Terminaron las eliminatorias y se sorteó el Mundial de Qatar. Ya sabemos cuál será la ruta hacia la gloria de todas las selecciones pese a que restan por jugar los repechajes de Conmebol-Asia y Concacaf-Oceanía, además del último de Europa en el que Galés espera rival entre Ucrania y Escocía.
Hemos disfrutado de, las que para mi son, las últimas grandes eliminatorias y estamos encaminados a disfrutar el último gran Mundial. Sí, el último. La atípica cita de noviembre y diciembre en Qatar será el final de los mundiales medianamente competitivos en su primera fase, para dar paso a una comparsa de 48 equipos a partir del 2026.
Las eliminatorias ya no serán iguales y el Mundial mucho menos, aunque a muchos les cuesta admitir que este evento, de por sí devaluado, tiende a abaratarse más.
El agregar 16 cupos de golpe y porrazo pone en rebaja el mérito, otrora sagrado, de conseguir cupo a la Copa del Mundo. Ese mérito que parecía un club demasiado exclusivo cuando solo eran 16, luego pasó a 24 y pareció llegar a su número ideal con 32 selecciones.
Claro que lo vamos a ver y, muy seguramente, a disfrutar, incluso las nuevas generaciones van a crecer con esos 48 o más equipos y comprarán la propuesta de la FIFA por su amor al fútbol.
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Eso sí, nunca volverá a ser ese concierto exclusivo de los más altos exponentes. La puerta por la que entraban solo los buenos de verdad pasó a ser un gigantesco portón, donde pelearán y podrán lograr meterse hasta los de más bajo nivel. Es por eso que torneos como la Champions, pese a ser de clubes y no de selecciones, se han convertido en el Mundial de todos los años y, con tal de ver fútbol del más alto nivel, la gente ha adoptado equipos europeos. De Mundial a comparsa.