Es verdad que para ver buen fútbol hay que verlo todo, pero algunos partidos son tan inferiores a las expectativas que la decepción queda instalada en el cronista como
imagino queda tatuada en el aficionado.
- América le gana el Clásico al Guadalajara con gol de ‘Gio’ Dos Santos
- Vucetich asegura que Chivas no merecía perder ante el América
- Miguel Herrera: “Tenemos que mejorar en muchos aspectos para lograr los objetivos”
Lo que vimos en el America-Chivas del pasado sábado deja mucho que desear más que de analizar porque se vieron dos equipos con la mitad de las ganas (medio partido) y con unas notables limitaciones que evidencian más la necesidad mediática de querer ver lo que no es.
La mejor parte del clásico, la jugamos antes del partido en los medios. Nos concentramos en análisis, en sistemas, en táctica, en estrategia, en individualidades, en definiciones y hasta anticipábamos elogios para algunos, pero terminó por ser un partido anodino y aburrido muy
inferior a las esperanzas que analizamos en la previa.
América quizá un poquito más, pero sin ser destacado en un cotejo que parecía se instalaba más lejos de los arcos en la medida que pasaban los minutos. Dos apariciones de Memo Ochoa y alguna de Gudiño fueron el resumen de emociones de este compromiso evidenciando en América que la ausencia del uruguayo Viñas si pasa factura, mientras que por las filas de Chivas, Macias pareciera estar queriendo jugar en Europa y cada partido
más lejos de su delantera rojiblanca.
Lo de Macias es un tema de concentración que deberá manejar Vucetich para sacarle los “fantasmas europeos” y reubicarlo mental, futbolística y fisicamente en Guadalajara. Jugando de esta forma sí lo venden a Europa es porque su agente es mejor que su fútbol.
En temas tácticos, debe estar muy mal el “nene” Beltrán para que Vucetich no lo use cuando por él pasaba el fútbol de Chivas partiendo desde el doble cinco hasta la llegada del estratega que pareciera ver más útil a Dieter Villalpando para sus objetivos “cero-ceristas”. Ese es Vucetich y quien lo discuta ignora su esencia como estratega. No se nos puede olvidar sus objetivos, pero a muchos se les olvidan las formas.
Del otro lado, los de Coapa tampoco exhibieron algo de fluidez futbolística y la solitaria jugada de Giovani en la primera mitad que se convierte en gol es lo más rescatable de un pasaje en el que previamente Benedetti con la cabeza exigió a un manotazo por reflejos de
Gudiño. Y después del gol se detuvo el carro no se si por orden de Miguel o por el fenómeno temor-inercia del equipo.
La segunda mitad nos dejó ver un poquito más de Chivas porque America mostró sus cartas cambiando a Benedetti y a Giovani con el lógico reverso que ello implicaba especialmente cuando vimos a Cáseres y la intención de cerrojo.
Dos jugadas puntuales a mi juicio con una petición de penalti de Chivas que nunca existió como falta en el área y otra que el central Hernandez o su jefe Golfista Brizio deberán explicar el porque fue anulado el gol de Córdova.
Marcó “sospecha” por usar los brazos Martin cuando Córdova cabecea limpio por encima de Ponce que se equivocó en algo de manual: en esa instancia hay que evitar marcar por delante. Igual ganó un América deslucido, pero que sigue sumando. A esta altura y con la
disculpa de la pandemia pareciera que lo importante sólo es ganar y América lo hace.
Chivas sigue siendo un equipo chato y sin fútbol, tímido y distante de sus orígenes con un delantero ausente y poca producción ofensiva. En el “Rebaño” lo primordial es cortar los circuitos del rival en el medio juego y después sí hay opciones apostar por convertirlas, pero insisto Macías está más en Europa que en México.
Lo curioso o triste del Clásico, es que un sector de la crónica deportiva, quizá por falta de materia prima para hablar de fútbol, la emprendió contra Oribe Peralta por socializar después del partido con sus rivales.
Vivimos en tiempos difíciles, protestamos contra la violencia, contra el racismo, contra la desigualdad, pero algunos se molestan porque los rivales dialoguen y no salgan de la cancha como en los sesenta dando patadas, gritando insultos y viviendo en la caverna. A eso llaman “Verguenza”.