El mundo del fútbol, el deporte en general y la vida misma nos cuentan historias románticas de amor a camisetas e instituciones. Pese a que son reales, vivimos en una sociedad de consumo y los amores permanecen pero el beneficio que prima es el del equipo más importante, el del nombre y la carrera, el de aprovechar al máximo lo que te da en el caso del fútbol, una carrera corta.
Mucho se está hablando y con gran expectativa del cierre del libro de pases en Europa y del destino de jugadores como Kylian Mbappe y Cristiano Ronaldo, después del súperculebrón que nos dejó la salida de Messi del Barça hacia el PSG.
Ante la suplencia de Cristiano Ronaldo y aunque jugó unos minutos y le anularon un gol en partido que empató la Juve, se prendieron las alarmas y se reactivaron los rumores de salida del portugués, del que ya se sabía se quiere ir antes de cumplir su contrato.
Independientemente de si se podrá dar o no su llegada al PSG en esta ventana de transferencias. Cristiano se dio cuenta de que a su Sociedad Anónima le conviene el cambio en todo sentido y seguir generando lo mayor posible para su marca CRISTIANO RONALDO. Ese es y debe ser el verdadero equipo, aunque muchos de manera precipitada y poco analítica le griten pesetero y le pregunten dónde está el amor a la camiseta.
Si, el amor a la camiseta existe, claro que existe, y si fuera por ese amor de chicos, Cristiano jugaría en el Sporting y Messi en Newells, los equipos de sus amores, pero pese a que el amor por esos colores durará para siempre, no están a la altura del momento de los mejores del
mundo.
En todo ámbito profesional de la vida como tal, el dinero no lo es todo pero si fundamental, principalmente en las carreras como deportistas profesionales.
Cristiano seguirá amando su equipo del alma, sus pasiones y amores incondicionales serán los mismos, pero sabe que el principal equipo siempre será para el la camiseta que dice RONALDO, la suya, y ese debe ser el orden natural de las cosas.