Han pasado 70 años desde que el Atlas fue campeón por última vez y está a noventa minutos de romper una de las rachas más longevas del fútbol mexicano.
A su afición no parecía importarle mucho esto o al menos eso querían que creyéramos, aunque en estos últimos días nos dimos cuenta que sí les importaba. Solo les gustaba decir esa frase de que le van al Atlas aunque gane.
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Visito seguido Guadalajara y desde pequeño conozco muy de cerca el amor y la pasión que provoca irle a los rojinegros. Mi abuelo le solía decir a sus hijos que si no eran aficionados al Atlas no los llevaba al estadio. Esa presión surtió efecto y la gran mayoría crecieron viendo a su equipo estrellarse una y otra vez contra la pared. Entre ellos mi padre.
En total entre hermanos y hermanas fueron doce contando a mi papá. Era de esperarse que alguno se iba a descarrilar y por ir a la contra apoyaría al máximo rival: las Chivas. Este fue mi tío Bernardo que hasta la fecha disfruta haciendo sufrir con burlas al resto que se han mantenido estoicos fieles a la causa atlista.
A mí mi padre no me heredó el amor al Atlas. Procuró que me hiciera fanático de un equipo en la ciudad en donde viviera y vio en los Pumas a la mejor opción. Es por eso que mis primeros recuerdos dentro de un estadio es estar jugando en las tribunas de CU en la planta de abajo subiendo y bajando las escaleras mientras los locales disputaban algún partido contra un rival que no atrajera demasiados aficionados ya que solo nos llevaba a mi hermana y a mí a partidos en donde estuviera casi vacío.
En el fútbol mexicano es difícil ser de un equipo que no gana nada. Si es el único equipo de la ciudad no hay tanto problema porque no hay de donde escoger. Ahí les tocó nacer y punto. En Guadalajara es diferente. Teniendo a las Chivas que sin ser una máquina de títulos claramente tienen muchos más que el Atlas ser rojinegro es deporte extremo. Por eso siempre he tenido mucho respeto por ellos, ya que nunca han dejado de ser del Atlas pase lo que pase.
Las imágenes después del triunfo ante Pumas en la semifinal fueron hermosas. Desde niños hasta los más viejos no podían creer que estaban en la final y a un paso de ese título maldito que se les ha negado por 70 años. Cuantas lágrimas habrán rodado de las personas que hubieran dado todo para que algún familiar fallecido estuviera en ese momento con ellos disfrutando. Tantas dedicatorias a los que se nos adelantaron en el camino. Esto tiene el fútbol también. Recordarnos a los que ya no están aquí y que sabemos lo felices que estuvieran de ver a su Atlas a un paso de la gloria.
A pesar de que mi equipo perdió en la semifinal ante ellos deseo de todo corazón que se coronen. Por mi papá, que todavía los puede ver y disfrutar o más bien sufrir, pero sobre todo por mis tíos que ya no pueden hacer esto. Hasta al cielo va dedicado para Juan Manuel, Rodolfo y Nacho que lo verán juntos esperando que sean campeones a lo Atlas.
Para el resto de la afición atlista no me queda más que desearles suerte porque sé que han tenido que esperar una eternidad por este instante.