Río de Janeiro, 8 jun (EFE).- El extenista brasileño Gustavo ‘Guga’ Kuerten, que llegó a ser el número 1 del mundo durante 43 semanas entre 2000 y 2001, recordó este lunes en una transmisión en vivo por internet los 20 años del segundo de sus 3 títulos en Roland Garros, que considera como el más importante de su carrera.
“Fue el título que me dejó claro que llegar a ser número uno del mundo estaba a mi alcance”, afirmó Kuerten en un encuentro por la aplicación Zoom con varios periodistas al referirse a los 20 años del título que conquistó el 11 de junio de 2000 en las pistas de tierra batida de Francia.
“El segundo título en Roland Garros fue el más difícil de los tres. El primero (en 1997, con 20 años) fue una hazaña, pero era un comienzo y una sorpresa. El segundo, tras haber sido eliminado en cuartos de final en 1999, dejó claro que mi juego ya me daba condiciones de vencer los mejores y ser el número uno”, agregó.
Kuerten se consagró bicampeón del Abierto de Francia en 2000 con una victoria en la final sobre el sueco Magnus Norman con parciales 6-2, 6-3, 3-6 y 7-6 (8-6), que le permitió ascender al tercer lugar de la clasificación mundial de la ATP.
Pocos meses después se impuso al entonces imbatible André Agassi en la final de la ATP World Tour Finals de 2000 y asumió el primer lugar en el ránking, que mantuvo por casi un año.
“Cuando conseguí confirmar mi segundo título en Francia sabía que había alcanzado un nuevo nivel en todos los aspectos y que ya podía desafiar a Agassi y estar seguro de que podía vencer a los mejores y a cualquiera que apareciese”, dijo.
“En 2000 mi carrera cambió del agua al vino y me dejó la seguridad de estar entre los mejores. Solo me faltaba ser el número uno del mundo y Roland Garros fue el sello de que eso iba a ocurrir”, afirmó.
Kuerten dijo que en ese momento pensó que también le había llegado el momento de “volar”, de tener otras experiencias y de buscar títulos en otros pisos, ya que era considerado el rey de la tierra batida, pero carecía de títulos en pisos duros.
“Pero me faltó tiempo”, agregó al referirse a las reiteradas lesiones que comenzó a sufrir en la cadera y la espalda en 2002, a los 26 años, que lo obligaron a someterse a varias cirugías y que redujeron considerablemente su nivel hasta obligarlo a retirarse en 2008 tras disputar el Roland Garros de ese año.
Guga relató que llegó a la final del Roland Garros en peores condiciones que Norman debido a que tuvo que medirse en cuartos y semifinales a dos de los favoritos, el ruso Yevgeny Kafelnikov y el español Juan Carlos Ferrero, en partidos que se extendieron por cinco mangas.
En ambos partidos tuvo que remontar tras comenzar perdiendo. “Hace pocos días vi la repetición del partido con Kafelnikov y no supe explicar cómo conseguí vencer tras haber sido casi que eliminado. Dos días después tuve que enfrentar a Ferrero, que era mi ídolo en 1997, jugando un tenis fantástico e igualmente abriendo una ventaja de 2-1”, relató.
Agregó que contra Norman, contra quien había caído en la final de Roma ese mismo año casi por agotamiento, sabía que no podía dejar que el partido también se extendiera mucho porque el físico del sueco era muy superior. “Él sabía cómo hacerme correr mucho y llevarme al cansancio extremo. Siempre fue un tenista que me complicó”, dijo.
“Busqué mi posible ventaja y supe que era el hecho de que él nunca había disputado una final de Grand Slam y podía estar más nervioso. Y eso fue lo que ocurrió. En los dos primeros sets no hubo juego, él no se movía y vencí con facilidad”, dijo.
Aseguró que en el tercer set Norman comenzó a jugar mejor y que llegó a imaginar que, de seguir de esa forma, sería derrotado.
“Pero la sorpresa fue que él comenzó a sentir que tenía posibilidades de ganar y se puso más nervioso. Yo sabía que no podía perder el cuarto set porque le entregaría el partido y, pese a que tuvimos muchos desempates, siempre estuve en ventaja. Pero la insistencia, mis ganas de vencer Roland Garros y el apoyo de los hinchas fueron decisivos”, dijo.
Sobre el apoyo que siempre recibió de los hinchas franceses, a quienes se metió en el bolsillo en la final de 2001 cuando dibujó un corazón en la cancha, afirmó que comenzó en 1997 cuando se impuso al austríaco Thomas Muster en un partido que iba perdiendo y que tuvo que remontar y demostrar que no perdía la esperanza en ninguna bola.
“Cuando los aficionados vieron a ese jovencito vestido de verde y amarillo, tan flaco que parecía que se desbarataba y que luchaba en cada jugada comenzaron a gritar “allez Guga”. Ahí comenzó mi relación especial con los hinchas en Roland Garros que siempre fue determinante para mis victorias en Francia”, dijo.
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