Madrid, 7 nov (EFE).- La Puerta de Hierro y la fuente de Cibeles. Una verja de hierro y una diosa de mármol. Son dos de los monumentos más emblemáticos de Madrid, construidos ambos en el siglo XVIII. Desde el primero tomó la salida en 1935 la edición inaugural de la Vuelta Ciclista a España. A los pies de Cibeles se plantará este domingo el podio de la Vuelta número 75.
Aquella primera prueba comenzó un 29 de abril ante la Puerta de Hierro, tras un recorrido neutralizado que había partido de la Glorieta de Atocha. Las copas desnudas de los árboles esperaban la irrupción de la primavera. La Guardia de Asalto controlaba a la multitud congregada para despedir a los 50 participantes. El asfalto estaba cubierto de arena. Dos bidones de agua sobre cada manillar y la misma gorra blanca sobre la cabeza de todos los corredores.
Solo 29 ciclistas acabaron la I Vuelta a España. El belga Gustaaf Deloor se llevó la victoria y las 15.000 pesetas del triunfo en la clasificación general. El jersey de líder era entonces de color naranja.
Cibeles saludará 85 años después a un ganador vestido de rojo y que se embolsará 150.000 euros. Será en otoño, con los árboles del Paseo de Recoletos cargados de hojas amarillas y la ciudad sumida en cierta tristeza. La etapa final debía haberse disputado el 6 de septiembre, pero la fecha elegida para llegar a Madrid, como el resto del calendario deportivo internacional, saltó por los aires por culpa de la pandemia de covid.
Al menos, la caravana cierra sin incidentes su recorrido por una España en estado de alarma. Con las cunetas vacías y los aficionados tras las ventanas, los ciclistas han cruzado la península subidos a una burbuja con forma de pelotón. También en la meta final estarán solos: el Ayuntamiento ha pedido a los madrileños que se aguanten las ganas de salir a recibirles y se queden en casa.
Entre 1935 y 1950 la Vuelta siempre empezó y acabó en la capital. Otras ciudades tomaron luego el relevo, pero desde 1979 Madrid se asentó como último destino y ha sido el fin de fiesta en 38 de las últimas 42 ediciones.
La Puerta de Hierro, aislada ahora en las afueras de la villa, ahumada por los tubos de escape de los coches que circulan por la M-30 y la A-6, mira con envidia el impagable emplazamiento de ‘la Cibeles’, que respira la brisa fresca del Retiro. Desde el centro de la ciudad, sin que los madrileños puedan congregarse en torno a la diosa de la fertilidad, esta posará el domingo su mirada de mármol sobre el septuagésimo quinto campeón de la Vuelta, primero de la era covid.
Natalia Arriaga
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