Redacción deportes, 3 nov (EFE).- La subida al muro del Mirador de Ézaro confirmó las expectativas de ser el escenario del final de la única contrarreloj individual de la 75 Vuelta a España, en el que entre los favoritos solo hubo uno que demostró ser capaz de sobrevolarlo, los otros se estrellaron en él.
Como anticipaban los pronósticos que pudo ratificar, el esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) asaltó de nuevo el liderato que perdió en la etapa del domingo en el imposible L’Angliru asturiano al sobrevolar unas rampas que se atragantaron a sus rivales.
Roglic recordó sus tiempos de saltador de esquí de élite para remontar una pared en la que extrajo toda su fortaleza para dar un golpe de autoridad en una Vuelta que bajo ningún concepto quiere que se le escape.
Los principales adversarios del centroeuropeo, el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos Grenadiers) y el británico Hugh Carthy (Education First) se dieron de bruces contra la explosiva subida final de 1.810 metros al 14,34 por ciento de desnivel y rampas de hasta el 30 por ciento. A pesar de las privilegiadas vistas del mirador de la Costa de la Muerte, a ambos se les nubló la vista en él.
La peculiar contrarreloj planteada por la organización de 33,7 kilómetros, con 31,9 aptos para los rodadores más potentes y 1,8 para los mejores escaladores, supuso un ejercicio de estrategia para todos y el que mejor lo hizo, o más fuerzas tuvo fue Roglic.
En los dos primeros puntos cronometrados, Carthy y Carapaz aguantaron el empuje del esloveno, solo cedieron 1 y 19 segundos respectivamente. El irlandés Dan Martin (Israel) fue el peor con un minuto cedido.
En el último parcial, en el que todos cambiaron de máquina de contrarreloj a bicicleta tradicional, Roglic puso el turbo y los demás siguieron pedaleando atmosféricos. En las rampas de Ézaro desplazó al británico en 24 segundos más y a la locomotora de Carchí en 30 segundos más. Curiosamente el que mejor le aguantó fue Martin que únicamente añadió 17 segundos a su cuenta de pérdidas.
Con cuatro jornadas por delante para intentar dar un vuelco a la clasificación, la quinta se suponer que será el paseo triunfal por el Paseo de la Castellana madrileño y su final en la Plaza de Cibeles.
Lo que sigue sin derribarse es el invisible muro del minuto de diferencia que separa a los principales favoritos desde que la Vuelta arribó a Arrate el pasado 20 de octubre en la primera etapa.
El Mirador de Ézaro se ha mostrado impotente de romper el enorme equilibrio de fuerzas que existe entre los tres hombres, Roglic, Carapaz y Carthy, que se encuentran en mejores condiciones para hacerse con una plaza de podio. El esloveno los aventaja en 39 y 47 segundos respectivamente.
El 1.19 perdido con el ex saltador de esquí en la cima coruñesa ha llevado a que Martin sea el único que ha atravesado esa cortina de los 60 segundos en la que se mantenía el cuarteto y del que se han ido descolgando paulatinamente el resto de rivales, entre ellos el español Enric Mas (Movistar) que confiaba en poder repetir el podio que logró en 2018 y tras protagonizar una contrarreloj que “ha sido un desastre”, ve como ahora lo tiene bastante complicado.
A pesar de todo, los equipos rivales de Roglic siguen pensando que queda terreno más que abonado para intentar hacer saltar por los aires la carrera. Cuatro etapas aptas para las emboscadas por un terreno sin tregua son las que hacen soñar tanto a los rivales como a los aficionados.
El único gran inconveniente es que el Jumbo Visma como ha demostrado en las doce etapas previas a esta contrarreloj individual, cuenta con la guardia pretoriana más amplia para cubrir las espaldas de su líder. Muchas tendrán que ser las fuerzas que se unan para poner en peligro su hegemonía.
José Luis Sorolla
(c) Agencia EFE