Pablo Larios Iwasaki marcó época. Es bien sabido que defender la portería es la posición más difícil del futbol y, como lo decía Eduardo Galeano, “con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas”.
Nadie mejor que el gran Pablo Larios para entender a Galeano. El oriundo de Zacatepec, Morelos, México nació el 31 de julio de 1960 y vino a revolucionar la posición con salidas que se consideraban arriesgadas y también deslumbró con su hábil juego de pies.
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Las novedosas características de Pablo Larios le valieron ser uno de los mejores arqueros de su época, al grado de resguardar la meta de la selección mexicana en el Mundial de México 86. No en vano Jorge Campos lo ha mencionado en múltiples entrevistas como su ejemplo a seguir y quien lo motivó a desarrollar el estilo del acapulqueño.
Un campeonato con el Club Puebla en la temporada 89-90 y múltiples subcampeonatos con Cruz Azul (86-87 y 88-89) y el extinto Toros Neza (Verano de 1997) fueron sus logros deportivos.
“El portero de la selva”, como se le apodaba a Larios Iwasaki contaba con ascendencia japonesa pues sus abuelos llegaron de Asia a poner restaurantes típicos de su país en Zacatepec, removidos por la segunda oleada de la inmigración japonesa.
La trágica muerte de Pablo Larios
Desafortunadamente, el único futbolista en la historia de la Selección Mexicana convocado mientras jugaba en la segunda división, perdió la vida el 31 de enero de 2019 en la Ciudad de Puebla, México, a causa de una parálisis intestinal.
Su legado, como ícono de las porterías en el futbol mexicano; como amante de carros deportivos, pues él mismo comentaba que llegó a tener hasta 60 autos en su mejor periodo como jugador profesional y como un guerrero que logró superar su adicción a la cocaína tras su retiro, no morirá. Por ello, Pablo Larios Iwasaki forma parte de los atletas Asiático-Latinos en el Mes de la Herencia Asiática.