Hace unos cuantos meses se hablaba en la prensa internacional sobre la debacle del Fútbol Club Barcelona. Al igual que Ícaro, sus días en el sol ya habían llegado a su fin y la caída hacia la Tierra parecía inevitable y catastrófica. Merengues, colchoneros, sevillanos, parisinos, alemanes y británicos celebraban la muerte de su verdugo. Roma se incendiaba y ellos querían un boleto en primera fila para ser testigos de la tragedia.
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Desde la salida del ídolo de las masas, Lionel Messi, todo parecía ir en contra del club catalán. Corrupción, malas contrataciones y la ineptitud de su último técnico Ronald Koeman, fueron suficientes indicadores para que la afición culé se cuestionara si los días de ser legítimos contendientes de Europa estaban sepultados en el cementerio de sueños perdidos.
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Sin embargo, algo cambió. La directiva del Barcelona, comandada por Joan Laporta, decidió iniciar una revolución, pero en lugar de tratar de buscar al salvador en un hombre ajeno al club, optaron por regresar a sus raíces y darle una oportunidad a uno de los pupilos del incomparable Pep Guardiola.
Barcelona: El retorno del rey
Es ahí dónde entra el protagonista de esta historia. Xavi Hernández, quién por varios es considerado el mejor medio campista de todos los tiempos, fue llamado por su casa para que los salvase de la destrucción.
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Este Moisés de los desiertos estaba perdido en Medio Oriente entrenando a un equipo de la liga de Qatar cuando fue convocado por su alma máter para que volviera e impidiera la aniquilación absoluta del club que lo forjó. El campeón del mundo aceptó el reto, pero no le prometió a la directiva culé una solución faustiana.
Golpe de autoridad
Así fue como Xavi arribó a una escuadra sin pies o cabeza, pero eso en lugar de ser una maldición se convirtió en una bendición. Cuando existen pocas expectativas es mucho más fácil experimentar o arriesgarse y en el caso del dirigente Hernández, eso fue exactamente lo que sucedió. Los resultados empezaron a favorecerlos a ellos con victorias tanto en competiciones de la liga y en la Europa League.
Sin embargo, se puede estipular que la “Xavimanía” dio inicio el pasado 20 de marzo en el estadio Santiago Bernabéu cuando los visitantes derrotaron con un contundente marcador de cuatro goles por cero al cuadro blanco. El Real Madrid llegó a ese clásico con una arrogancia injustificada. Sí, son los líderes de la tabla. Sí, el club dirigido por Ancelotti es contendiente para ganar la Champions. Sí, Benzema va que vuela para ser el Balón de Oro de este 2022, pero nada eso importa cuando el árbitro da el silbatazo inicial.
Puedes tener todo en papel para ser favorito, pero los partidos se tienen que jugar y quién meta la pierna durante los 90 minutos será quién gane el duelo, no quién tenga al estadio más bonito o al fichaje más caro, sino quién deje todo en la cancha.
Nueva era en Cataluña
Es eso lo que Xavi le ha regresado al Barcelona. Les ha dado una nueva identidad basándose en los ideales del club. Ya no permite que las divas o la prensa dicten quienes son titulares. Él simplemente ha permitido que el buen fútbol marque el rumbo de su plantilla y a cambio, ha encontrado joyas escondidas en la tierra.
Pedri, el jovencito de apenas 19 años, nativo de Tegueste, ha resultado sin lugar a dudas la pieza que ha dinamitado esta franquicia tan sedienta de sangre nueva. Es veloz, vertical, inteligente y sobre todo, es un asesino para definir partidos. La evidencia más reciente está en el gol que anotó contra el Levante el domingo 10 de abril para poner arriba a su equipo al minuto 64.
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El Barcelona está de regreso. El nuevo D.T solicita cautela a la prensa y al aficionado blaugrana. Sin embargo, es difícil no ilusionarse cuando se leen estadísticas como la siguiente: El Barça es el único equipo dentro de las cinco principales ligas de Europa que actualmente mantiene una racha de siete partidos consecutivos sin probar la derrota.
Esa es una señal de que los tiempos han cambiado gracias al sistema que ha venido a implantarle a un club que perdió su identidad en la búsqueda de una vasija llena de oro que nunca encontraron.