Todo tiene su final dice la canción, y aunque parece muy obvio, es algo de los que nos debemos acordar cuando se trata de terminar ciclos y/o cerrar capítulos.
Las dinastías, los legados, los equipos históricos, son eso, históricos. Alguna vez llegaron a lo más alto y se mantuvieron de la mano de una súper estrella pero quedaron en el pasado pese a que los recordaremos para siempre.
Tom Brady y los New England Patriots definitivamente son uno de esos ejemplos. El quarterback de 42 años acaba de ver como su equipo fue eliminado en fin de semana de playoffs de comodín por los sorprendentes Titans y en el mismísimo Gillete Stadium, escenario que muchos pasaron a considerar templo sagrado y la casa casi inexpugnable del equipo de New England.
Después de 9 Superbowls y 6 títulos, el legendario quarterback de San Mateo California se resiste a aceptar que retirarse es el paso lógico. Su terquedad y gigantesco ego que muchos confunden con espíritu competitivo lo hacen mantener la idea de jugar hasta los 45 así no sea en los Patriots.
Pero es hora de irse Señor Brady. El tiempo, la salud y lo logrado se lo deben dejar claro. Lo hecho, ha sobrepasado lo lógico y alcanzado tamaños dignos de otra galaxia. Pese a las críticas y los interrogantes de si se logró con juego limpio o no, la marca Brady e históricos Patriots ya quedó como un capítulo aparte en la historia de la NFL.
Además el propio football se encargó de darle una fiesta de despedida que se prolongó una semana con invitados de honor como los Dolphins y los Titans.
Como si fuera poco, hasta el dueño de los Patriots, Robert Kraft, dijo que para él son dos los escenarios ideales o que siga en los Patriots o que se retire. A Kraft le molestaría ver en otro equipo su quarterback estrella.
Señor Brady, por su legado, su salud, su familia, su tiempo se acabó. Farewell Mr. Brady