Las apuestas son azar y no son fáciles de ganar. Uno se puede dejar llevar por previos resultados o factores que indican lo que puede pasar en un partido, carrera o cualquier otra competición deportiva. Sin embargo, pocos factores, por no decir ninguno, indicaban antes del Gran Premio de Italia que el podio estaría formado por Pierre Gassly, Carlos Sainz y Lance Stroll, pero un hombre finlandés decidió apostar 20 céntimos a que eso ocurriría. Algo impensable para todo el mundo, incluso para los propios pilotos y equipos. Esos 20 céntimos se convirtieron en 33.000 euros, después de una carrera de las más inesperadas y espectaculares de los últimos tiempos en el automovilismo.
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En la Fórmula 1 de los últimos años, los podios de las carreras han sido de los más previsibles en toda la historia del deporte. Sobre todo lo dos primeros puestos, propiedad de los Mercedes en la mayoría de ocasiones, aún más esta temporada, debido al bajón de rendimiento de Ferrari. Desde 2012 no se veía un podio en el que no había ningún piloto de Mercedes, Ferrari o Red Bull.
Fue una carrera atípica, el resultado que se dio no fue por el ritmo de los coches. Fue debido a todas las circunstancias del Gran Premio de Italia 2020 que pasará a la historia de la Fórmula 1. El coche de seguridad tras el abandono de Kevin Magnussen, que derivó en el cierre del pit lane y por tanto en la sanción a Hamilton —el piloto británico se metio en pits cuando estaba cerrado por seguridad y fue sancionado— que le colocaba en las últimas posiciones y le quitaba cualquier opción de ganar la carrera.
Después, por si la carrera no había estado lo suficientemente movida, vino el fuerte choque de Charles Leclerc, lo que propició la bandera roja y un segundo reinico de carrera con los pilotos saliendo desde la posicón en la que estaban al declararse la pausa de la carrera por motivos de seguridad. Todo eso alteró el orden, posición en carrera y las estrategias de los pilotos y equipos, un caos que acabó en un podio insólito y en 33.000 euros para el hombre que apostó por lo inesperado.
La cuota para esa apuesta era de 166.990 por euro apostado, una locura, algo que era imposible que sucediera. Al igual que Sainz, que acabó con un sabor agridulce tras su segundo puesto muy cerca de la victoria, el finlandés estará pensando en por qué no apostó tan solo 80 céntimos más para llevarse los 166.990 euros.