El Barcelona de esta temporada es un barco sin rumbo fijo ni directrices claras. Unos se echan la culpa a otros, pero lo cierto es que sin un líder la embarcación sale difícilmente a flote. El capitán dentro del verde, Leo Messi, ha tirado del carro en los momentos difíciles y se ha echado el equipo a la espalda.
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No obstante, no ha habido nadie fuera del campo que le acompañase para remar en una misma dirección. Y es que la directiva, con Bartomeu al frente, tiene gran parte de la responsabilidad de que hoy el Barcelona esté como está. Ni los fichajes han acompañado y cada vez hay más voces críticas, entre las que me incluyo, que cuestionan la decisión de prescindir de Ernesto Valverde.
El Barcelona caía hace tan solo unos días ante Osasuna en casa, un equipo ascendido esta temporada. En las caras y reacciones de los jugadores se notaba pesimismo. No únicamente por haber perdido la Liga, sino también por el futuro. Prueba de ello, son las declaraciones de Messi, señalando que “el partido resume la temporada del equipo”.
El Barcelona debe hacer ahora borrón y cuenta nueva y eso no va a ser fácil a juzgar por las sensaciones del equipo. Desde que comenzó la ‘era Setién’, se ha visto a un equipo que ha dejado más sombras que luces. Un equipo que parece no tener una idea de juego clara y que da la sensación de carecer de una comunión entre dirección técnica y plantilla. Prueba de ello, son las imágenes de Sarabia (segundo de Setién) no siendo escuchado por algunos de los jugadores o los cruces de declaraciones entre directiva y plantilla. Uno de los episodios más sonados fue el del encontronazo entre Messi y Abidal.
Empezando por el juego, el conjunto blaugrana es demasiado horizontal en su juego y le cuesta generar peligro en la meta rival. Sin ir más lejos, el día en el que el colista de la Liga, el Espanyol, visitó el Camp Nou, el Barcelona no tiró a puerta en la primera hora de partido. Asimismo, Setién solo ha conseguido 23 de los 48 puntos que ha disputado el conjunto blaugrana fuera del Camp Nou.
Con estos datos encima de la mesa toca apuntar a una dirección. A mi modo de ver el problema está tanto en la dirección técnica como en la institucional. Los altos cargos institucionales del club no han sabido ver el problema de edad que vive la plantilla y que afecta directamente al rendimiento de los jugadores. El Barcelona, con tres competiciones que disputar todas las temporadas, necesita aire fresco y relevos de garantías para los Piqué, Busquets, Suárez y Jordi Alba.
En lugar de solucionar ese problema, la dirección ha contratado a Pjanic (30), Braithwaite (29) o Griezmann (29). Excelentes jugadores, pero que no consiguen rejuvenecer un once que tiene 28,3 años de edad (el más veterano de la Champions League en octavos) y que necesita mayor combinación entre experiencia y juventud. Más aún al ver que jóvenes valores como Dembélé o De Jong tienen problemas con las lesiones.
Por otro lado, la dirección técnica encabezada por Setién tiene parte de la responsabilidad al no tener fijada una idea de juego. Los dos cursos que completó Ernesto Valverde dejaron (con mayor o menor éxito) un claro sello de identidad: fútbol práctico y presión alta. Esto llevó al equipo a ganar dos ligas y no pasar a la historia por las debacles de Anfield y Roma. No obstante, salvo noches puntuales (eso sí, muy señaladas), el equipo sabía a lo que jugaba y tenía regularidad y buen juego de manera continua.
Setién únicamente ha traído al Barcelona la idea de la posesión y de hecho, ha marcado récords en ese sentido. No obstante, el equipo sufre dificultades en ataque y en muchas ocasiones tiene que tirar de jugadas ensayadas o recursos de Messi para llevarse los partidos. Es decir, no una idea de juego establecida de tres cuartos de cancha en adelante.
No hay tiempo de reacción y los octavos de Champions están a la vuelta de la esquina. Sea tarea a corto plazo o pensando en la próxima temporada, el Barcelona tiene la misión de encabezar un proyecto con sentido (rejuveneciendo la plantilla e invirtiendo en fichajes en posiciones necesarias) y que ilusione a su parroquia. Para ello, directiva y banquillo deben construir una armonía en la que haya una idea de juego clara y, en consecuencia, unos refuerzos que respondan a ese plan y que cubran las necesidades reales del equipo.