Nació un 3 de marzo y futbolista por mandato histórico, porque en esa cancha grande de fútbol rodeada de casas, como definió el poeta al Uruguay, si quieres ser tratado prácticamente con honores casi de jefe de estado, hay que destacarse en el manejo del balón, si es posible vestir la camiseta de Peñarol o Nacional y el máximo rango como ciudadano ilustre te llegara si alcanzas a jugar con la gloriosa Celeste, todo esto con la obligación de jugar para ganar, mandato al cual te somete naturalmente esa historia tan grande de un país territorialmente tan pequeño.
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Cumplida la meta deportiva ineludible de todo niño nacido bajo nuestro hermoso cielo, no se conformó con ser jugador de fútbol nada más y fue en busca de sus metas sociales. Cultivó su intelecto y su alma siendo maestro de escuela primaria en las zonas más populares de Montevideo, completando así la parte que le faltaba para consagrarse como un gran ser humano.
En el punto más alto de su carrera con Montevideo Wanderers alcanzó a ganar la Liguilla que clasifica a la Libertadores y allí un chico que hoy les escribe esta nota, esa bella noche de verano montevideano, se metió a la cancha y corrió al lado de él y sus compañeros en el mítico Estadio Centenario, la vuelta olímpica que un día los uruguayos inventaron.
Cortó pasaje por un club que tenía como entrenador al profesor Omar Borras, pero que sin darse cuenta lo marcó para siempre, fue el mismo Borras quien mucho tiempo después lo fue a buscar para que se integrara al cuerpo técnico de la selección uruguaya como entrenador de juveniles, ahí comenzó un periplo glorioso, que no tuvo fin hasta nuestros días.
Comenzó en Danubio, pero se consagró internacionalmente siendo campeón de América con el histórico Peñarol, en aquella inolvidable noche de Santiago en la que Diego Aguirre anotó el gol de la victoria pasada la hora ante el América de Cali.
Boca Juniors lo fue a buscar y allí además de ser nuevamente campeón, tomó una de las grandes decisiones de su vida, trajó a Omar Batistuta, quien había sido tirado al olvido por River y lo convirtió en uno de los más grandes delanteros de todos los tiempos del fútbol argentino.
El Cagliari italiano fue el puente para llegar al histórico Milán, donde no repitió campeonato, pero dejó una huella imborrable. George Weah, delantero liberiano, hoy presidente de su país y a quien por un corto tiempo tuve la suerte de entrenar en Miami, me confesó en una charla antes de un entrenamiento, que Oscar había sido el mejor entrenador que había tenido en su vida, además de una de las mejores personas con que se cruzó en un campo de juego, el problema fue que aquel equipo lleno de estrellas mundiales que lo había ganado todo, se había envejecido.
Tabares dirigió la selección uruguaya en dos ocasiones con suertes diversas, la primera en Italia 90’ donde nada importante sucedió, la segunda es esta última donde lleva ya tres mundiales dirigidos, conquistando el cuarto puesto en Sudáfrica y la quinta posición en el último Rusia 2018.
En medio de todo esto conquistó la Copa América número quince para su país, en Argentina y de forma magistral, venciendo al local en semis y goleando a Paraguay en la final.
Cavani, Suárez, Godin, Forlán y tantos otros han reconocido en el “viejo Maestro” que aún enfermo no ha querido aflojar, “no es de uruguayos aflojar en las difíciles”, al gran emblema y ejemplo a seguir.
No sólo ha cuidado con celo de feroz guardián la gloria eterna de la hermosa camisa color cielo, sino que además cuida a lo más importante de un país, la niñez. Creó un plan nacional por el cual cada niño en la República Oriental del Uruguay tiene en su escuela, su pelota y toda la indumentaria que necesita para este “nuestro bendito deporte”, asegurándose con la supervisión de entrenadores recibidos para que puedan jugar gratuitamente, a este juego que en esta parte del mundo se ama tanto como a la familia misma.
Por cosas como esta, y por poner al Uruguay futbolístico nuevamente a la altura de su leyenda, es que en mi tierra se le reconoce como el técnico más importante de la historia, de un país que tiene una de las más ricas del mundo, pero por sobre todas las cosas un hombre culto y de bien, para el plantea fútbol Oscar Washington Tabarez, para nosotros que tanto le debemos, respetamos y queremos, simplemente “El Maestro”.
“Gracias por tanto”
Abrazo de gol
Leo Vega