La emoción en el análisis es mala consejera, pero es imposible no emocionarse, no buscar el teclado y empezar a expresar con las palpitaciones a mil lo que el fútbol nos ha regalado en estas ultimas semanas. Cruzamos el mar, ese interminable Atlántico que separa culturas, razas e idiomas, pero que hoy es el puente futbolístico del planeta.
Desde el mítico Maracaná en Rio de Janeiro, en donde la noche brasileña le devolvió a Messi tanto de lo que le había negado en su brillante carrera futbolística. Messi se convirtió allí, sin jugar su mejor partido, en el centro mundial de las miradas. Por él y gracias a él, Argentina llegó a la Final de Copa America, de su mano, o pie, Argentina construyó este nuevo presente en su fútbol que no disfrutaba desde 1993.
Argentina es Campeón de la Copa America con un equipo muy bien articulado en el que Scaloni logró cambiar los roles de sus antecesores para que el más grande jugara a su favor. Siempre los DTs argentinos quisieron armar equipos para que jugaran para Messi, ahora Messi juega para la Argentina.
No es solo una juego de palabras, es una realidad futbolística con notables actores de reparto como De Paul, Di Maria, el meta Emiliano Martinez y el “Cuti” Cristian Romero.
No alcanzó la “magia” de Neymar, ni la intensidad de las lineas brasileñas para equilibrar un juego de un solo gol y mucha inteligencia táctica para preservarlo. En cancha ajena, pero mítica Argentina se reencontró con la Gloria y volvió a sonreír con las celebraciones. Se acabó el castigo o el popular Karma que la perseguía desde aquella tarde de Guayaquil en el Isidro Romero Carbo ante Mexico.
Igualó a Uruguay con 15 Copas y Messi encontró el alivio a sus dolencias por falta de títulos con su selección mayor. Ahora se mira a los ojos, en ese departamento, con Cristiano, pero más que con él con sus fanáticos seguidores que siempre quisieron hacer del 10 Argentino una broma por su falta de títulos con la albiceleste.
Hoy Messi se libera, llora, se emociona, el cielo azul de Rio lo mira desde arriba “manteado” por su equipo y observa como su rival en un gesto de notable señorío se abraza por mas de 30 segundos al amigo para quizá expresarle su admiración y sentimientos.
Explosión de júbilo en la visita, dolor en los locales, pero una lección de decencia al terminar el juego. El Obelisco en Buenos Aires celebró el triunfo de Messi, sí del 10 Argentino que esta vez unió sentimientos en el Mundo. No sé cuántos no argentinos quisieron que ganara la albiceleste para ver el festejo y el premio para el mejor de la historia. A los Grandes también se les niegan algunos premios o se tardan en llegar. Con la penúltima bala de la recamara Messi lo logró.
Luego el 10 bajó de los cielos, se hizo humano y en las escaleras del vestuario del Maracaná, con su medalla colgada como si nunca hubiera ganado nada, se sentó a hablar con Neymar. Risas y sonrisas quizá pensando o compartiendo con él qué pasaría al día siguiente en Londres.
Envoltorio diferente, la aristocracia del fútbol en Wembley, la familia real, el primer ministro y casi 70,000 gargantas, 7,000 de ellas italianas adornaban óptica y acústicamente otro escenario emblemático del fútbol. El turno de la Final de Euro entre Ingleses e Italianos. Mucha historia de por medio.
Los creadores del fútbol y sus reglas ante un Tetracampeón del Mundo que se ha ganado su grandeza con galones y con títulos. Se citaron en la capital inglesa para buscar el otro trofeo continental en disputa. Solo un mar de por medio y algunas hora acordadas para que todos pudiéramos asitir a los dos escenarios. El Mundo de hoy, la velocidad de las comunicaciones y la tecnología nos lo permite.
Inglaterra pegó primero con una sorpresiva salida de sus carriles y un cambio de frente de Tripier a Shaw que este último selló con un zapatazo izquierdo en el primer palo de Donnarumma. Inglaterra acalló los cánticos de la península y la primera mitad se fue con el 1-0 de Inglaterra cómoda esperando…
La segunda mitad era lógica la reacción de Italia y las modificaciones de Mancini ayudaron a una Italia que fue consciente que no había mañana para robarle la pelota a una Inglaterra que inexplicablemente retrocedió unos metros otorgándole a la Azzurri el tiempo y el espacio que requería para que llegara lo que efectivamente llegó en una jugada enredada que cabeceó Verratti y empujó Bonucci quien grito el empate parado sobre la publicidad estática de Wembley ante el delirio de sus aficionados.
Otro partido, cambió de sistema Inglaterra y con cuatro defensores apostó por Saka para intentar velocidad y sorpresa. No pasó. Se fueron 100 minutos de futbol y el empate obligó al alargue. Tampoco se modifico el resultado aunque ninguno de los dos escatimó en lo físico.
El drama era un guion de cine. Tiros Libres desde el punto penal. Una suerte de gladiadores en su lucha contra sus propios egos. La fortaleza mental premió a Italia y los tres jóvenes ingleses Rashford, Sancho y Saka erraron frente al monumental Donnarumma.
La Copa viaja a Italia, premia la osadía de este nueva dinámica Azzurri de la mano de Mancini y si Argentina fue ayer sus abuelos fueron hoy.