En este mes de noviembre hay un puñado de celebridades que han visto pasar un año más y otros hasta lo intentan disimular. En este mes, entre otros, nacieron Maradona, Francescoli, Riquelme y alguien más, que nunca jugó y de quien ya no debería ni acordarme, pero sí.
El personaje de hoy, César Luis Menotti ha sido polémico desde el mismo día de su nacimiento, todos los archivos conocidos, hasta sus documentos, hablan de que un cinco de noviembre en una ciudad conocida como la Chicago del Sur, Rosario, Provincia de Santa Fe, veía por primera vez la luz, ahí nace la primera polémica, porque el mismo aclara que fue un 22 de octubre y que su viejo, como buen tano pachorriento, lo anotó varios días después.
El Flaco, como lo llaman sus amigos y aquellos que lo hemos admirado hasta endiosarlo, es una contradicción a la vuelta de cada esquina, pero no por eso menos brillante a través de un verbo lleno de palabras que seducen y algunos hechos exitosos que lo dejan en la historia para siempre.
Rosarino y genial, como Fontanarrosa y Olmedo, es más porteño que la calle Corrientes, así se le conoció y así la nombro Gardel en su obra porque recién cambio a Avenida en 1936.
Admirador empedernido de Homero Manzi, autor de Malena y Barrio de tango, entre otras magistrales piezas, representante del viejo y típico tango rioplatense, adorador del gran Aníbal Troilo, Pichuco, el bandoneón que interpretó el tango como ninguno y que vive después de su muerte, pero a la vez también reconoce un genio en Astor Piazolla, que fue a contramano en estilo a todos los anteriores y más que porteña su música ciudadana tanguera, tiene aires de Nueva York.
Es reconocido seguidor de las políticas más populares de América Latina y fue el director técnico que conquistó la Copa del Mundo por primera vez para Argentina, mientras el país vivía una dictadura tan dura como la del general Videla. Se le ha crucificado por la foto inolvidable recibiendo el abrazo del general el día de la máxima conquista.
Es imposible tratar de ubicarlo futbolística e históricamente, sin antes haber detallado todos estos ángulos contradictorios de su ser.
Precisamente ahí, dirigiendo al más grande Huracán de todos los tiempos, aquel todavía elegante, joven y seductor entrenador, consiguió lo que muy pocos antes, ser campeón con un equipo de los llamados chicos, sin dejar de ser un verdadero canto al fútbol, algo que sedujo a los dirigentes argentinos y poco tiempo después del fracaso de la Albiceleste en el mundial de Alemania 74, asumió como timonel del equipo nacional.
Su carrera como jugador había nacido en Rosario Central, representante fiel del fútbol que le gusta a la gente, pasó por su amado Boca Juniors y fue compañero de Pelé en el Santos de Brasil.
Fue ahí, donde fortaleció su paladar por el fútbol bien jugado y nunca aceptó otra forma que no fuera la del buen trato del balón, tema que lo enfrentó históricamente, primero con el Toto Lorenzo momentáneamente, y eternamente con Carlos Bilardo.
El Flaco siempre había sido sutil y atorrante a la hora de jugar, pero sin perder la sutileza, se transformó en la selección, en un tipo que además de fomentar el juego, no aceptaba renunciar al esfuerzo.
Es conocida la anécdota de que hasta al mismo Loco Houseman, más atorrante que él, le hizo entender que para poder ser mejor que los alemanes o los holandeses y poder ser campeón del mundo, además de romperla, tenía que ser capaz de correr a un rival 30 metros y tirarse a sus pies para robarle el balón.
El tiempo y los éxitos, Mundial Sub20 y de mayores ganados en menos de un año, le hicieron creer, a él y a sus seguidores de que era la verdad absoluta del fútbol, es más hasta hablaba en los programas de televisión de temas políticos, de música, de arte y nadie se atrevía a dudar de que todo lo que decía era verídico.
Dirigió equipos tan importantes en el concierto mundial como el Barcelona de Maradona, su segundo gran fracaso de la mano de Diego, porque el primero fue el Mundial de España 82’, manejó con poco éxito al cinco veces campeón de América Peñarol e inclusive a su amado Boca Juniors.
Fue pasando de moda por la obra destructiva del tiempo y las nuevas filosofías futbolísticas, que no son otras que las viejas formas de planificar el juego que van y vienen como la moda de los jeans, angostos, apretados, largos, cortos o desteñidos, pero pantalones que a lo largo del tiempo siempre cumplieron y cumplen la función de elegancia con comodidad y capacidad para el esfuerzo, “algún parecido a una idea futbolística es pura coincidencia”.
Igual que los jeans, el tiempo le devolvió la credibilidad y el respeto por su palabra, el mismo Barcelona que lo había desprestigiado en su fallido pasó por la institución, esta vez dirigido por un nuevo joven, tan irreverente desde todo punto de vista, que parecía querer repetir su historia de sueños futbolísticos y rebeldías sociales de nuestro personaje, Guardiola consiguió lo que no pudo el viejo maestro.
El Flaco pasó el disco de los 81 años, se encuentra reivindicado como un viejo general constitucionalista, después del paso de una dictadura y es el director deportivo de la AFA como forma más de devolverle sus galones, que seguir sus lineamientos.
De todas formas, nadie lo va a poder arrancar de la historia del fútbol y mucho menos de la nostalgia que no es nada más que un pedazo del corazón que escondemos en la memoria, una especie de “alegría-triste, que guardamos aquellos que siendo mucho más jóvenes que él, soñamos algún día ser como aquel flaco argentino de sangre italiana y pinta de Lord inglés.
Felicidades, aplausos para el gran Cesar Luis Menotti.
Abrazo de gol, Leo Vega