Arrancó el mundial de Clubes y bien podemos decir que cumple años la gloria, no en vano tiene nombre de mujer y veintidós hombres, luchando como gladiadores romanos dentro del terren, o buscan conquistarla desde hace ya sesenta años.
Esta vez América está representada por dos de los nuestros, de los cuales solo uno, Flamengo, hizo alguna vez historia en dicha competencia, campeón en 1981 cuando todavía era la vieja y mítica Intercontinental o europea-Sudamericana, de la mano de Zico maravillo al mundo con una victoria llena de magia ante el linajudo Liverpool.
El otro es el Monterrey de México, que no conoce las mieles de los labios de tan ansiada fémina y que busca hacerse camino al andar.
Dicho esto, como referencia y lazo entre el ayer y le hoy, buscamos tender un puente histórico para que ustedes, tal vez sin conocer a la primera, caminen todo ese largo camino que hoy nos trajo hasta aquí, Qatar 2019.
Cuando la década del 50’ en el siglo pasado llegaba cansada de tanto buen fútbol que había cruzado el planeta en la primera parte del mismo, donde solo los alemanes e italianos por Europa y los uruguayos por América habían escrito páginas doradas de su historia, llegaba el despertar de Brasil como potencia atado inseparablemente al mágico botín derecho de Pelé, fue ahí que además de seguir buscando la inmortalidad a nivel de selecciones también se quiso conocer al mejor del planeta de clubes.
Como hasta hoy sucede, en aquel entonces inicio década de los 60, el primer choque de trenes que tendría revancha cinco años más tarde, se llevó acabo entre el mejor Real Madrid de la historia y el Peñarol de todos los tiempos, eso dio como fruto al primer gigante del Universo, el equipo español venció al uruguayo, quien tomara revancha cinco años más tardes en el mismo Chamartín y así nacían los dos equipos más gloriosos de cada lado del planeta del siglo pasado, con una visita esporádica y para el recuerdo del magistral Santos de Pelé, sin olvidarnos de Independiente o Estudiantes de Zubeldia, o el Bayern de Beckenbauer y el Ajax de Cruyff.
La historia conoce de otros actores, pero ninguno hasta este siglo del tamaño de aquellos dos, llegaron después, ya cuando la fémina competencia adopto el nombre de casada, Copa del Mundo de Clubes.
Boca, River, Vélez, Sao Pablo, Corinthians y el Inter de Brasil, entre algunos otros pocos, han sacado la cara con sendos triunfos por América, pero desde las épocas del AC Milan de Sacchi para acá, las mieles del éxito se han derramado casi permanentemente en Europa, el Barcelona con Messi y Guardiola y el Real Madrid de Zidane, dentro y fuera, han sido los máximos exponentes de monopolio sagrado de la heredera de aquella gloria que algún día nación en el Coliseo Romano, saber quién es el más fuerte.
En el viejo mundo alegan que han superado al talento sudamericano, pero esto no es del todo cierto, es verdad que los jugadores europeos mejoraron en general sus destrezas, en algunos casos siendo hasta más exquisitos que los de este lado, pero también es verdad que los equipos europeos se han enriquecido técnicamente con el talento que llega del nuevo mundo a montones.
Esto además de fortalecer los ya mejorados equipos europeos, por métodos de trabajo y el súper profesionalismo, ha diezmando a los clubes sudamericanos que ven marcha a sus mejores hombres a los cuales después tienen que sufrir cuando llega la justa.
Será una discusión de nunca acabar, pero de lo que, si estoy seguro, es que los resultados desde los inicios de la Intercontinental hasta este mundial de clubes de hoy, no existe justificación más que la comercial, para que participen en esta planetaria divisan de honores, equipos de Asia, Oceanía o CONCACAF, además de hacer varios trámites aburridos hasta llegar al éxtasis final, solo sirve para recaudar dinero de la televisación.
De Europa y Sudamérica solamente salieron los Pelé, Di Sefano, Rocha, Spencer, Zidane o Joya, entre muchos más.
Tal vez algún día llegue como excepción un campeón de otra región, pero este nuevo mundial no me sabe a nada antes de la final y para revivir ese viejo duelo sin revancha en entre los dos mejores continentes del futbol sería muy sano volver al viejo formato, porque para bailar el tango solo hacen falta dos.
Abrazo de gol, Leo Vega