Todavía están frescas las lágrimas de Luis Suárez del día que este “inculto educado” se despedía de su segundo gran amor, el Barsa, al lado de un muy “cultamente” inescrupuloso e ignorante del verdadero mundo del futbol, llamado Josep María Bartomeu.
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Luisito, inculto por que tuvo que pasar de apuro por la escuela para ir a pelearle a la vida, sin más armas que sus “amígdalas” gigantes y el amor por su madre, que también fue padre, demostró esa triste mañana ser bien educado, porque cualquier “mortal” universitario, hubiera “puteado” finamente y en público a su Pilatos, disfrazado de dolido y agradecido de presidente.
Suárez supo guardar respetuoso silencio, como cuando en el Mundial de Brasil, fue expulsado como un delincuente del fútbol por “honestos” dirigentes de Conmebol y FIFA, que con una mano echaban al goleador por haber mordido a un rival y con la otra amasaban fortunas, de las las gigantes “mordidas”, que sus secuaces hacían revendiendo entradas robadas, en la bella costanera de Copacabana.
Otra vez un “delincuente “ de pantalón largo creía haber matado a uno de los únicos y verdaderos imprescindibles de esta sagrada profesión, un jugador de fútbol -y “que jugador”- después de Messi, su hermano amigo, el más determinante en las últimas glorias del equipo catalán.
El Atlético de Madrid del Cholo fue su lujoso destierro, el Alcatraz de su alma blaugrana, esa que aprendió a adorar a Barcelona, porque allí fue donde los padres de su hoy amada esposa, decidieron llevarla a vivir, cuando todavía eran niños jugando a ser novios.
Pero sus “enemigos “ volvieron a subestimar a uno de los mejores nueves del mundo de la década pasada. Su cuerpo atrapado en el frío Wanda Metropolitano sin público, no pudo evitar que su inquebrantable temperamento volara junto a su alma, caminando por encima de las brazas de lo que debió ser un infierno y con la solidaridad de un guerrero tan grande como él, Simeone, marcó 20 goles para dejar a su equipo en las puertas del paraíso de la Liga.
El Atlético podrá ganarla o perderla, pero el uruguayo ya ganó por muerte, esta, tal vez su última gran batalla, mientras el Barcelona ve como la ciudad condal se convierte en Pompeya.
Nadie se salvará y la imaginaria momia incinerada de Bartomeu, será solo una muestra de la ira de los Dioses catalanes del fútbol, sus hinchas, mientras Luisito, guardara atesorado el recuerdo de haberle callado la boca por milésima vez, a todos.
Las lágrimas de Luis están frescas, pero el viento huracanado de su victoria personal ya las secó y las transformó en sonrisa, mientras que el Karma del Barsa es el Vesubio de su propio fracaso, donde las llamas llegan al cielo y ni su máximo “D10S”, Leo, las podrá calmar, sin poder definir que será más Infierno, que salga campeón Suárez o que lo haga el Real Madrid.
Abrazo de gol
Leo Vega