Milán fue el escenario y Lio Messi se llevó su primer THE BEST ( no lo había ganado con ese nombre como tal) e inmediatamente empezaron las opiniones a favor y en contra.
Pese a que hay quienes teníamos como favorito a Virgil Van Dijk por lo que hizo con el Liverpool que ganó la Champions siendo el holandés el más consistente, el hecho de que lo gane Messi o Cristiano jamás va a causar movimientos telúricos debido a que los dos comen en mesa aparte y son una bendición para el fútbol.
Para muchos de nosotros (los de la vieja guardia) los premios individuales no son más que medallistas que se entregan al final del año futbolístico. Eso si, el mundo cambió tanto y la Champions pasó a ser tan importante con el mano a mano que nos brindaron Messi y Cristiano que se dividió en mesiánicos y cristianos y los premios pasaron a ser prácticamente una final entre los dos jugadores.
Lo llamo distracción aunque muchos lo usan como el gran medidor del fútbol mundial y prácticamente suman, restan, multiplican y se angustian para argumentar que el suyo es el mejor.
No son los premios individuales, es lo que hemos visto en la cancha, los duelos en La Liga, La Champions, lo virtuoso de Messi y lo potente de Cristiano lo que los ha puesto en lo más alto.
Si, los premios son reconocimientos más por la necesidad comercial de presentar a los mejores del año pero hoy hemos querido venderlos como la gran verdad de una ciencia inexacta como el fútbol
No caiga en distracciones que embrutecen, que sea su retina la que determine cuál es su mejor del mundo y de la historia.
Por Kenneth Garay