Aunque su padre y su tío compitieron en los Juegos Olímpicos, ambos fracasaron en su intento por conseguir una medalla, así que Jaime Lozano se propuso ponerle fin a lo que parecía ser una maldición en su familia.
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A sus 42 años y desde banquillo de la Selección Mexicana que compitió en Tokio 2020, el “Jimmy” logró derrotar 3-1 a Japón en el partido por la medalla de bronce.
En México 1968, Jaime Lozano Aguilar, padre del hoy técnico, compitió como parte del equipo olímpico de boxeo y en los Octavos de Final perdió ante Peter Tiepold, peleador de Alemania del Este, un controversial veredicto para los expertos de la época, pero que puso fin al sueño del pugilista azteca.
Posteriormente, en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, Jaime se presentó como entrenador de su hermano Sergio Lozano, quien fungía como parte del equipo de boxeadores primero se impuso al nigeriano Joe Mensah, después al australiano Kerry Devlin y al final cayó por nocaut ante el keniano Richard Murunga.
Desde entonces, en la familia Lozano se tenía una asignatura pendiente, la cual fue superada por Jaime Arturo Lozano Espín, quien dicho sea de paso también tenía una espina clavada, pues en su etapa como futbolista se presentó en Atenas 2004, donde el equipo mexicano fue eliminado en la fase de grupos.
Hoy concluyó la cuesta por llegar al podio y la dinastía Lozano ya puede presumir una presea de bronce.