En la medida en que se nos empiezan a mostrar las hojas de ruta del regreso a los que será la nueva “Normalidad”, el mundo se prepara para volver a vivir el día a día.
Más allá de los que han tenido que estar en el frente de batalla durante la pandemia, los demás trabajadores de los diferentes rubros tienen como común denominador el retomar sus vidas y estabilizar su economía. Claro, con la responsabilidad que debemos haber adquirido.
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Conscientes del distanciamiento social, el lavado constante de manos, el evitar aglomeraciones y demás todos se alistan con entusiasmo para volver a su rutina.
Cuando digo todos me refiero a los terrestres. A los que saben que esto lo tenemos que afrontar y que aunque aún no hay vacuna, tendremos que nosotros mismos minimizar el riesgo.
No ayuda para nada en este regreso a la vida diaria, que algunos deportistas le busquen tantos peros y exijan lo inexistente.
Principalmente los de elite, los de la danza de los millones piden garantías imposibles. En España alzan la voz exigiendo riesgo cero, el tenista Novak Djokovic se muestra totalmente opuesto a cualquier solución, el galés Gareth Bale parece tomar el mismo camino y como ellos varios le ponen trabas a una realidad inminente.
Hay que volver. Con prudencia, con precaución, tomando las medidas necesarias y sabiendo que tendremos que convivir con el Coronavirus.
Como cualquier otro trabajador que con alegría espera el regreso así le toque modificar sus hábitos, los futbolistas y atletas en general deben ser parte de la solución y dejar de exigir demencialmente como si pertenecieran a otro planeta.
Todos estamos en riesgo, la vida nos cambió a todos y la realidad es otra. Todos perdimos vidas, amigos, trabajos, tranquilidad y demás.
Pero como guerreros que somos lo tenemos que aceptar y afrontar sin temores la nueva realidad. Los deportistas también. Ellos aun más son llamados a liderar el regreso.