En la jornada previa al Clásico que perdió ante el Madrid, Lio Messi y el Barcelona vapulearon al Éibar con cuatro goles que acabaron con la sequía del rosarino y a muchos le hicieron pensar que ese Messi que por su cuenta prácticamente y con un cambio de velocidad endemoniado estaba de regreso.
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La triste y fría realidad es que ese Messi que a su más alto nivel y con compañeros de calidad indiscutible y regularidad a prueba de balas deslumbró e hizo las delicias del mundo del fútbol partido a partido, ganando, gustando y goleando, ya no está.
Asi como en su momento se dio la tormenta perfecta con Messi como gran protagonista y figuras como Xavi, Iniesta, Neymar, Suárez etc. en su mejor momento y en diferentes etapas de los últimos años, ahora se ordenan los factores en contra, Messi no es el mismo, Suárez está lesionado, Griezmann no encaja y el Barça se cae a pedazos.
Al mirar atrás, vale la pena reconocer y dejar claro que lo hecho por Messi a lo largo de su carrera es de otro planeta. Por eso le cuesta tanto al mundo del fútbol, aceptar que al que tienen como superhéroe ha comenzado su descenso a nivel de humano. Jugadorazo siempre, crack siempre, pero ya no el extraterrestre que hacía maravillas partido a partido y constantemente provocaba el éxtasis.
La sequía de la que tanto se habla no es de goles, es física, es de un genio que ya no está, es del declive natural de un futbolista que muchos se niegan a reconocer que ya nos dio sus mejores años.
Messi seguirá siendo un crack, seguirá ganando títulos, seguirá teniendo partidos espectaculares y marcando goles, pero el extraterrestre quedó en el pasado, ha llegado a tierra de mortales y tendremos que conformarnos con las migajas de lo que alguna vez fue.
Messi sigue, el Barça sigue y la vida sigue. De aquí en más, rodear a Messi será la prioridad. Ese jugadorazo que incluso empezará cada vez a jugar más lejos del arco contrario, todavía puede dar y mucho pero depende del colectivo más que nunca.
