Todo tiene su final, las carreras se acaban y lo que una vez brillo con luz propia empieza a desvanecerse con el paso del tiempo. Verdad de apuño principalmente en los deportes profesionales donde la exigencia es cada vez más alta.
- Cristiano, fastidiado por el cambio, se marcha a los vestuarios
- Messi, por encima de Cristiano, pero por muy poco
Cristiano Ronaldo, hoy en la Juve, ha sido junto a Lio Messi el gran protagonista del fútbol mundial en todo sentido. Lo bailado, lo anotado, lo celebrado, no se lo quita nadie y claro que queda como uno de los grandes de la historia.
Pese a todo esto, el berrinche que protagonizó el fin de semana Cristiano al ser sustituido al minuto 55 por Maurizio Sarri en la victoria sobre el Milán 1-0 era algo que se veía venir.
La inconformidad o disgusto de Cristiano no es ni siquiera contra su técnico y compañeros aunque termina irrespetando al colectivo. El excepcional goleador Portugués se está encontrando de frente con el tiempo. Con la curva descendente natural de un atleta que lo da todo y se cuida a carta cabal pero que ya no es esa máquina goleadora que alguna vez fue y que muy a su pesar y contra su gigantesco ego tiene que regular sus minutos de juego y someterse a rotaciones.
Este momento de Cristiano se empezó a ver incluso cuando Zidane lo tuvo que convencer de dosificar en el Real Madrid para que llegara sano y al 100 % a las finales de Champions
En el fútbol de hoy, donde se prioriza el atleta sobre el virtuoso, cuando pasan los años empieza a ser muy obvia la caída. Cristiano entra en recta final y más allá de toda consideración o enfado de unos y otros, la mala noticia para el es que el Padre Tiempo no presenta disculpas ni hace concesiones. Más que un simple berrinche o berrinches, lo de Cristiano es el grito impotente de un goleador que se desvanece.
Por Kenneth Garay