Quizá sea una expresión obligada por el subconsciente, pero por estos días se hacen más repetidas las frases: “estamos de vuelta”, “operación retorno”, “luz al final del túnel”, “se aplana la curva”, “los tiempos de la desescalada” (un termino nuevo que la pandemia introdujo) y, en fin, llenaríamos paginas con los clichés que el planeta usa para darse aliento en medio de esta nueva normalidad, que para muchos sigue siendo anormalidad.
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La economía del planeta y la necesidad humana de auto estimularnos (y no lo entiendan mal) nos lleva a auto engañarnos. Sobre las mesas de trabajo del mundo están las teorías de los optimistas y las de los realistas, inclusive las de los amantes a las teorías conspirativas.
Los fríos números con que se mide la pandemia según dos fuentes muy serias como son la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Hospital Johns Hopkins nos muestran un panorama distinto y lejano del optimismo con el que gobernantes y dirigentes deportivos nos pretenden engañar.
Hablo en especial de dirigentes deportivos porque es el tema que más nos ocupa desde nuestra trinchera periodística. El comienzo fue lleno de expresiones y caras circunspectas que nos invitaban al recogimiento, al voluntario primero y después en muchos lugares obligatorio confinamiento para cortar las líneas de contagio. Muy solidarios todos pensaron que el problema estaría resuelto en dos semanas y por eso su inicial entusiasmo.
El tiempo fue pasando y llevamos casi tres meses de economía detenida y un planeta confinado que desde los hogares lucha contra el microscópico enemigo que nos acecha. Se les acabó la solidaridad a muchos (no todos) políticos y dirigentes. Es más fuerte la necesidad de producir que la de vivir y el discurso fue cambiando queriendo torcer las matemáticas y la fría estadística de la realidad.
El 23 de marzo los contagiados del mundo eran algo mas de 900.000, hoy mientras escribo esta columna y veo como el contador de muertes parece el taxímetro alterado de un carro de servicio publico en Latinoamérica, la cifra de contagiados llega a mas 4,7 millones, mientras que los decesos llegan ya a más de 315,000. El país más afectado es los Estados Unidos con más de 1,3 millones de casos y más 80 mil fallecidos.
Quizá no sea un experto en matemáticas, pero recurro hoy más que nunca al libro aquel que nos heredó Yakov Perelman, un ruso de la época (hoy seria Polaco) quien escribió y diseño “El divertido juego de las Matemáticas”.
Esto es lo que parece el escenario de hoy. En algo menos de tres meses las cifras se han cuadruplicado, pero la curva se está aplanando. ¿Es cierto que se están haciendo más pruebas, pero en donde esta el descenso?
Fácil, en la necesidad de producir, en alcanzar las metas trazadas y en la recuperación de las cifras ya vendidas fundamentalmente en el deporte. Por eso hablamos de “regreso” no importa el precio que paguemos.
El fútbol vuelve porque vuelve. El dinero de la tele en las grandes ligas de Europa no se puede perder y aunque con protocolos muy exigentes se va a regresar a un nuevo mundo. La materia prima sin duda es el deportista, pero el eje social del deporte es el aficionado, además de ser quien paga directa e indirectamente buena parte del espectáculo.
Un deporte sin aficionados en los escenarios es muy triste como lo hemos visto este fin de semana en la Bundesliga. El fútbol y el deporte no pueden ser en privado, pero debemos entender que en este momento es la única salida para que se autorice la “operación retorno”.
Con ese mundo nos vamos encontrar en menos de un mes. Aficionados reemplazados por retratos, la euforia natural convertida en una banda sonora de ambientes fabricados, el juego de contacto evitando el contacto y la emoción del gol dejara de ser plural. No abrazos, no besos, no gritos. Misión imposible… en los deportes la emoción y los estados de ánimo son parte del “libreto”.
No importa lo que digamos, todo estará de regreso. Si los números crecen habrá una “científica explicación” que cierre las bocas y pretenda acallar las plumas. Pos eso, como cantaría Serrat, “vamos subiendo la cuesta, que arriba en mi calle comenzó la fiesta” …