Gabriel García Márquez entrevistó a sus dos padres por separado y ahí comenzaría la historia de una de sus más emblemáticas obras como es “el Amor en los Tiempos del Cólera” que el escritor colombiano publicó en 1985. La historia recrea paralelamente la historia de un médico (Juvenal Urbino) quien se dedicó a combatir el cólera en la región del Caribe.
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Quizá ahora no necesitemos ir más allá de nuestro televisor para poder encontrar argumentos reales y escribir sobre este “otro amor universal” llamado fútbol y mucho más por estos días en que producto de otra pandemia (100 años después) nos enclaustramos para evitar contagios, pero nos recreamos con la deliciosa música de Händel hoy en día convertido en himno de la Champions.
Es fútbol en Tiempos de Pandemia en los que se quedó por fuera el más emblemático de los clubes europes, el Real Madrid y se fue porque una de sus némesis (Guardiola) le ganó el cupo a doble enfrentamiento con 163 días de por medio.
El Madrid ya ha sido material de análisis en escritos anteriores, por eso hoy quisiera concentrarme en esta versión exótica de Champions en la que reunidos en Lisboa los ocho que habían sido mejores y con este formato diferente quedó en evidencia que a partido único, sin público apoyando, lejos de casa y en “burbuja” neutral las fuerzas se equiparan.
Todo fue diferente en esta versión del certamen desde un sorteo extraño que sembró (eso si sin saberlo) a tres poderosos (Bayern, City y Barça) con un “livianito” (Lyon) en un lado de la siembra y a dos poderosos (Aleti y PSG) con dos sorpresas (Atalanta y Leipzig) en el otro.
Creo que muchos apostaron por la inercia de lo conocido, de lo más visto, de lo mediático y de lo cosmético, pero siempre he sostenido que el fútbol no tiene palabra de honor.
Yo, en lo particular creí en el Atlético de Madrid, pensé en los milagros del Atalanta, estaba convencido del City y siempre me enamoró el fútbol del Bayern. Solo acerté con la máquina Bávara. En los demás yo fui el sorprendido.
Pero ahora y desde el análisis caben muchas palabras. La pandemia cambió el formato en una sola sede y sin público quizá apoyando a los más chicos que perdieron la timidez ante los grandes y hasta el arbitraje cambió de actitud. El temor al “monstruo” de las 60.000 cabezas tranquilizó a los silbantes que no sentían la presión que ejercen algunas localías.
Pero no le busquemos disculpas a la eliminación de los consentidos. El Atlético de Madrid se fue por querer ser más conservador.
Guardó su poder ofensivo para cuando fue agredido y parecía que le alcanzaba con el aliento del juvenil Joao Felix, increíblemente suplente en un partido ante el Leipzig que dio una muestra de orden táctico y de estudio previo del rival.
Julian Nagelsmann es, con sólo 33 años, el “niño precoz” del gran fútbol y le dio a Simeone de su misma medicina. Cuando quiso defendió y cuando quiso lo atacó demostrando una versatilidad impresionante a pesar de haber perdido a su referente Timo Werner quien se fue, antes de todo este nuevo calendario, a las filas del Chelsea.
Atalanta fue un dignísimo rival, pero Gasperini quizá habría podido manejar diferentes las sustituciones y apostó por cerrar un juego que en 2 minutos de alargue cambió la lagrima de mejilla. El PSG esta adentro gracias a la desesperante paciencia de Thomas Tuchel y a la bondad técnica de hombres como Neymar y Mbappé.
Palabras más delicadas merece el Barcelona. Sin plan de juego, sin idea táctica, sin norte y sin ganas y hasta con Messi abatido fue arrollado por la apisonadora alemana del Bayer Munich que al contrario de su rival se exhibió y floreó en la cancha lusitana mostrando un bagaje futbolístico plural que terminó con adornos individuales y humillando sin compasión a un emblemático del fútbol en tiempos modernos como el Barça.
Faltarían líneas para expresar todo lo que dejó en la cancha el equipo de Hans Flick…hasta Coutinho marcó dos goles en el cierre del juego como para ponerle más sal a la herida. El Barça debe reaccionar desde la cúpula, su historia y su presente no se pueden permitir estas afrentas.
Igual el Barça se va de la Champions aporreado por el mejor equipo que hay hoy en el planeta. Liverpool escribió hace un poco más de un año su historia, hoy los trazos tienen ”ingeniería alemana”.
Por último, el otro que se apeó fue el City de Guardiola. Favorito para todos frente al Lyon se encontró con un equipo más pragmático y ordenado de los que quizá el entrenador de San Pedor se había imaginado. Aguerrido, disciplinado, obediente y con un descomunal despliegue físico los de Rudi García le ganaron desde la humildad de sus apellidos ( el más famoso es Memphis Depay) al capital árabe y al turbante bordado en petróleo y oro de los Citizens.
No salía Guardiola de su asombro, ni Lillo su asistente del shock que generó el resultado (1-3). Después de ganar esta Copa con el Barça a Guardiola no se le da Europa. Ni el Bayern ni ahora el City han podido de su mano inscribirse en la “orejona.
Semifinales extrañas, casi exóticas, pero esa es la belleza ilógica del fútbol… No es amor en Tiempos del Cólera, es el Fútbol en tiempos de Pandemia.