Los resultados en el fútbol como en cualquier otro deporte terminan por ser lo detonantes de las grandes noticias y la estrepitosa caída del Barcelona hace solo un par de días en casa ante el Paris St. Germain de Francia y en el marco de la Champions hicieron sonar una vez más las alarmas de una realidad que parecía se maquillaba con números de entre casa.
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El Barcelona, versión Ronald Koeman, es un equipo, como el propio técnico lo ha reconocido, en construcción y del cual solo se podía esperar que rindiera con decoro, pero algunos resultados “pijamas” (de entre casa) nos engañaron a muchos y especialmente en las últimas semanas.
Ver al Barca rendir con buen tono futbolístico y obteniendo resultados ante equipos como Huesca (0-1), Granada (0-4), Real Sociedad (2-1), Elche (0-2), Athletic (2-1), Betis (2-3) y Alves (5-1) -todos a favor dentro y fuera de casa- nos obligaron a generarle un crédito muy bien ganado por fútbol y por resultados en las últimas fechas de la Liga.
Lo que se nos olvidó es que este mismo Athletic había sido su verdugo en la Copa del Rey y que si miramos el calendario un poco mas hacia atrás, este mismo Barca había perdido ante rivales de más peso como el Madrid y el Atletico y que solo había pasado de empates en la primera ronda ante Sevilla y Valencia sin olvidar que también perdió ante el Cádiz.
Para usar un término sicológico, el Barcelona con su rendimiento es Bipolar y nunca sabremos cuál será la realidad, igual que con su capitán y líder Lionel Messi, a mi juicio, el mejor jugador de la historia. Su presente ilusiona ante los chicos, pero preocupa ante los grandes y no solo en Liga sino que empieza tener un feo pasado si miramos la reciente historia de las últimas Champions.
Desde la temporada 2016-17 cuando cayó mal en el Parque de los Príncipes en la ida de octavos por 4-0 ante el PSG (aunque la remontada en la vuelta pareció borrar el horrible momento de Paris). En la misma edición y en la ida de los cuartos de final, lo sorprendió con un 3-0 lapidario la Juventus. No hubo milagro en la vuelta (0-0). Ese era aún el Barca de Luis Enrique.
Luego, la voltereta de la Roma en la temporada 2017-18 cuando ya los dirigía Valverde y un 3-0 que los deja afuera después del 4-1 en casa. La historia reciente continúa con la pesadilla de Anfield en donde el Liverpool le anotó cuatro goles y el Barca perdió su ventaja de 3-0 en casa. El cuarto gol del Liverpool fue toda una sátira que festejo en en un cobro de esquina el equipo de Klopp.
Y antes de la debacle de esta semana, revisemos “la Madre de todas las Vergüenzas” cuando el Bayern a partido único en la pasada versión de Champions regresó a los de Setién a casa con un humillante 8-2. Seis partidos que no escriben una historia sino un prontuario futbolístico con un triste denominador común. Me duele escribirlo, pero en ninguno de estos juegos “apareció” Messi.
Entonces, ¿cuál es el verdadero Messi? ¿El que vemos ante equipos menores en la Liga o el ausente de los partidos importantes? Esa puede ser una primera parte de la pregunta sobre el 10 argentino del Barca.
La segunda es ¿qué está pensando Lionel o que está pasando por su cabeza sobre cuál será su futuro profesional?
Actuaciones como la última ante el PSG en el Camp Nou nos invitan a pensar que su cabeza está mas allá que acá y pareciera que su nivel de fastidio lo frustra cuando mira la falta de respuestas colectivas. No quiero bajo esta particular circunstancia defenderlo, pero no siempre debe ser Messi quien apague los fuegos de un equipo que sin él pasa a ser mas que corriente un colectivo ordinario.
Messi quizás camina por un fino sendero que al final de su estadía en el Barca corre el riesgo de dejar muy cuestionada su imagen futbolística. El cruel planeta fútbol se siente con la autoridad de exigirle a Messi que siempre tenga las respuestas y cuando no aparecen se juzga de inmediato su talante.
Hace 20 años (7 de marzo del 2001) se enfundó por primera vez la camiseta blaugrana como jugador del Barca Infantil B en partido ante el Amposta y desde ahí está escribiendo su historia. Lo increíble es que hoy pretende subirlo al estrado una generación demandante que apenas nacía cuando Messi ya vivía en las filas del equipo azulgrana. Cruel, pero así se juzga hoy a los ídolos.
Mas allá de su historia, de sus logros y títulos volvemos a formular la pregunta: ¿Por qué el 10 “desaparece” en algunas gestas importantes? Solo él tiene la respuesta. Me cuesta creer que perdió su fútbol y me inclino a pensar que aunque ama Barcelona como ciudad y a su equipo, está harto de lo mismo. La muestra son estos renglones.
No me pregunto qué le pasa a Piqué, ni que le sucede a Griezmann, ni porqué se equivoca Busquets ni dónde están los jóvenes en los que depositó la confianza Koeman como Pedri o Trincao. No. Hoy solo enjuiciamos a Messi. El es la cara y la silueta del Barca, sin él no hay resultados y sin él huye el fútbol del equipo.
Lo veo mas afuera que adentro para el próximo verano, pero tampoco veo en el horizonte un arriesgado (por millonario que sea) que se atreva a invertir en un fichaje de 300 millones de euros al año por un jugador que en la Champions parece mirar de cerca el atardecer de su fútbol.
¿Cúal Messi esperamos? ¿El omnipresente en la Liga o el ausente en Europa?