Cuando hablamos de que Guardiola cambió el curso de la historia del Barcelona, sin quitarle los grandes méritos a Pep, olvidamos injustamente que él construyó los muros de contención, para encaminar en la dirección correcta, a un rio que corría indefectiblemente hacia la gloria, impulsado por un grandioso hombre que representó como nadie al fútbol total, dentro y fuera del campo y que había nacido en el país rey de los fiordos.
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Cuando apenas tenía diez años, huérfano de padre, Johan Cruyff ingresó al Ajax oficialmente, aunque ya vivía prácticamente dentro de él, “El flaco” era hijo de Petronella, quien trabajaba en la limpieza del club.
Su verdadero mentor fue Rinus Michels, quien apenas llegado al club, cuando nuestro héroe recién había cumplido diecisiete años, lo puso en el equipo de primera división y simplemente le dijo, “sin presiones, entra, has lo que sabes y diviértete”.
Y vaya si sabía, elegante y felino, con desplazamientos en el campo de un lenguaje corporal tan fino, que parecían imitar a los de un bailarín de ballet, una visión periférica que amenazaba tener un radar propio que registraba todo lo que pasaba a su alrededor, para antes de recibir la pelota, mandarle procesada toda la información al GPS que vivía en su cerebro y desparramar cargas eléctricas tan exactas a sus músculos, que la decisión del pase o el regate devorando terreno, eran siempre la más acertada.
Dueño de una cadenciosa cadera que no envidiaba nada a la de Pelé, y un equilibrio conseguido por el armonioso trabajo combinado entre sus brazos y su cabeza, la cual nunca agachó.
Además de todos estos atributos, tenía una lectura del juego que ninguno de los anteriores consiguió, suficiente para transformarse en el más táctico desde lo defensivo, con capacidad de recorrer el camino más corto que lo llevara a plantarse en el hueco que pudo haber quedado detrás de la línea del balón, para inmediatamente recuperado el útil, ejecutar una brillante transición ofensiva y aparecer ubicado en el talón de Aquiles del rival.
Todo esto lo hizo ser el comandante futbolístico del Ajax conquistando tres Copa de Europa haciendo al Barcelona pagar por el un precio record para aquella época.
Llegó y ganó LaLiga con el equipo catalán, tres balones de oro de Europa, entre otros logros, fue el mejor jugador de la final del mundial 74’, donde Holanda cayó derrotada ante Alemania, pero aquel partido lo colocó definitivamente entre los jugadores más grandes de todos los tiempos.
Pero su aporte mayor a la historia del Barça lo realizó desde el banquillo, armando aquel recordado “dream team” que asombró al mundo entre 1988 y 93, el que más se acercó al sueño de Michel, desarrollar un fútbol total pensando siempre en el arco de enfrente, con la vivencia en el medio de la hazaña de haber llevado al equipo catalán a su primera Copa de Europa en 1992, en el mítico estadio de Wembley.
Esa fue la semilla que después germina Guardiola para volver a asombrar al mundo desde el botín izquierdo de Messi, más la claridad de Iniesta y Xavi, pareciendo dividir entre ellos tres, lo que alguna vez hizo “el Flaco” por si solo.
Como jugador fue Zidane antes que Zidane y Pelé después de Pelé, como entrenador fue Michel después de Michel y Guardiola antes de Pep.
Este 25 de abril debería estar cumpliendo 73 años, pero ya lleva cuatro en el cielo, seguro que Dios sabe de fútbol.
“Se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde”, Johan Cruyff.
Abrazo de gol
Leo Vega