La muerte de Alejandro Sabella sacudió al mundo del fútbol, que soñaba con su recuperación. Su figura siempre fue reconocida en el ambiente futbolístico, porque cumplió magníficamente en todos los rubros de la profesión que abrazó. Respetado, querido y admirado fue el inolvidable Pachorra, apodo puesto por el periodista Marcelo Araujo, por su apego a dormir la siesta.
Como jugador tuvo una cerrera extensa y riquísima. Sabella fue un excelente número 10 , zurdo y de una gambeta endiablada. Apareció en River Plate en la temporada 1974, promovido desde las divisiones inferiores por el recordado Ángel Amadeo Labruna. Tuvo grandes actuaciones pero no pudo quedarse con la titularidad, disputada nada menos que con Norberto Alonso, uno de los ídolos máximos del elenco “Millonario”.
Tapado por el Beto, emigró a Inglaterra en 1978 contratado por el Sheffield United, de la tercera división. Sus compatriotas Osvaldo Ardiles y Julio Ricardo Villa fueron requeridos al mismo tiempo por otro club de ese país, el Tottenham Hotspur. Sabella tuvo destacadas actuaciones, que lo llevaron a la máxima categoría del fútbol inglés. Allí defendió los colores del Leeds United con excelentes críticas. Estas llegaron a los oídos de Carlos Salvador Bilardo, que estaba armando un proyecto en Estudiantes de La Plata.
En 1982, el Doctor viajó a Inglaterra y logró convencer a Alex (así lo llamaban en la isla), que se sumó con gusto a las huestes pincharratas. Con su vuelta a Argentina, los aficionados pudieron disfrutar de uno de los mejores equipos de la historia del fútbol albiceleste. Sabella integró uno de los mejores mediocampos que se recuerden, junto a Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y Miguel Ángel Russo.
Estuvo cerca de ser convocado por el mismo Bilardo para participar del Mundial 86’, pero el destino no quiso que su zurda integre el plantel campeón en México. Precisamente en este país puso fin a su carrera como jugador en 1989, en el Irapuato.
Rápidamente, recibió el llamado de su amigo y ex compañero Daniel Passarella para trabajar en River Plate, su primera casa. Fue ayudante de campo del Kaiser por dos décadas, inclusive en el Mundial de Francia 98’. Recién en el 2008 se independizó como entrenador, a los 54 años de edad, requerido por su amado Estudiantes de La Plata. Sabella cumplió una impecable campaña allí, coronada con la Copa Libertadores del 2009.
Posteriormente, sus dirigidos pusieron en jaque al Barcelona de Pep Guardiola en la final del Mundial de Clubes 2009, en Abu Dhabi. Los platenses, comandados por las directivas del Maestro Alejandro, estuvieron a pocos minutos de doblegar a un equipazo, que tenía astros como Lionel Messi, Xavi, Iniesta, Zlatan Ibrahimovic, Piqué, y tantos más.
No tardó en venir el llamado para la Selección de su país, que venía a los tumbos tras la salida de Sergio Batista. Sabella acomodó el barco, armó un grupo muy unido y llevó a Argentina a la final del Mundial de Brasil 2014’. Quedó en las puertas de la gloria, tras caer ajustadamente ante Alemania por 1 a 0, en el mismísimo Maracaná.
Después del Mundial renunció a su cargo y su salud se fue deteriorando con el paso de los años, lo que no le permitió continuar ejerciendo su profesión. A lo largo de su fructífera carrera, Sabella fue dejando muchísimas enseñanzas, reconocidas por sus pares, pupilos, aficionados y también por el periodismo. Sus pensamientos fueron más escuchados cuando tomó el rol de líder de un cuerpo técnico. Daba gusto presenciar sus conferencias de prensa, siempre explicaba con lujo de detalle sus decisiones, apelando a metáforas y ejemplos concretos, con mucha humildad.
Se fue un verdadero Maestro, honesto, apasionado, no solo de su trabajo sino también de la vida. Admiraba otras disciplinas, como el rugby, y desarrollaba el porqué. Decía que en el deporte de la pelota ovalada está primero el equipo y así lo dejó expresado: “Las camisetas no tienen el nombre del jugador atrás, lo más importante está adelante, no atrás. Adelante está el escudo”. Claro, sintético y profundo en sus apreciaciones.
Deja un vacío enorme, su vida se extinguió a los 66 años, joven y con mucho para dar. Su partida es llorada por todo el ámbito deportivo, dejó una huella imborrable como persona.
Hasta siempre Alejandro Sabella.