La cuenta regresiva para el encendido del pebetero olímpico de Tokio 2020 está cada vez más latente, ya que solo ocho días separan a la capital japonesa de sus segundos Juegos Olímpicos; sin embago, el COVID-19 ha vuelto a crear esas interrogantes que algún día sentían que ya estaban desvanecidas.
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Previamente, Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, apuntó que Tokio es “la ciudad mejor preparada” para acoger la justa veraniega en plena pandemia y con una inumerable cantidad de restricciones llevadas por los anfitriones, señaló que “han hecho un trabajo fantástico” a tan solo una semana de la inauguración.
“La gente japonesa puede tener confianza en que estamos tomando todas las medidas posibles para hacer que estos Juegos sean seguros. Todo esto es en solidaridad con el pueblo japonés”, afirmó el máximo dirigente que, aparentemente, no estaba listo para lo que se venía en camino, por lo que ha surgido la intrigante que todo el mundo se ha hecho hasta el momento: ¿realmente debió tener luz verde Tokio 2020?.
Y es que durante este jueves, las alarmas y la preocupación volvieron a tocar terreno nipón con el reporte de 1,309 nuevos casos de COVID-19, la cifra más alta de contagios en Tokio desde hace seis meses; además de ser el segundo día consecutivo en el que se registran más de 1,000 infectados.
Las estadísticas han reducido el nivel de confianza ante el argumento de Bach, quien de igual manera, había notificado el acuerdo que mantuvieron con el Gobierno japonés de no permitir público en la celebración de los Juegos ante la declaración de “estado de emergencia”, a pesar de que en un principio el aforo en las sedes de las competiciones se había limitado a 10,000 asistentes y prohibiendo el acceso a extranjeros.
Las diferencias serán descomunales, al grado de que la nostalgia se desbordará del ser de cada aficionado y deportista que buscará poner en alto el nombre de su país para hacer olvidar en cada competencia los malos tragos de esta situación que ha despegado sin freno alguno la tercera ola de contagios.
Los cánticos de los patriotas y las sonrisas de los familiares, lamentablemente no podrán escucharse al unísono; el silencio se apoderará de cada recinto, y con ello, tendrán que afrontar las competencias jamás antes vistas mientras los ganadores serán recibidos con otro protocolo de entrega de las 5,000 medallas, donde ahora se brindarán más pruebas de COVID diarias a atletas, entrenadores y staff con 80,000 tests por encima de las tan ansiadas preseas.
Por primera vez en toda su historia, el evento deportivo internacional tomará un atípico año en el que aplazó su desarrollo debido a la misma situación; no obstante, los estrategos han sido peor de lo que se podía imaginar.