Mientras que al interior del estadio Olímpico de Tokio se llevaba a cabo la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, de manera simultanea en las calles aledañas al inmueble, cientos de japoneses protestaban para que el evento sea cancelado.
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Ante el resguardo de las autoridades, frente a la sede del ayuntamiento y en varios puntos clave de Tokio, varios grupos de personas portaban pancartas y entonaban gritos para que las cámaras de televisión de las cadenas que cubren el evento deportivo atestiguaran el rechazo de la población.
Los disidentes nipones consideran que recibir a miles de extranjeros que convivirán entre sí durante las próximas semanas dentro y fuera de la Villa Olímpica podría detonar más contagios de coronavirus en un país en estado de emergencia ante una silenciosa y descontrolada crisis sanitaria.
Una posible respuesta a la negativa del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos para cancelarlos deriva de los cerca de 4 mil millones de dólares que hubiera tenido que desembolsar el gobierno para compensar a los patrocinadores ligados a la justa deportiva.