Cuando Mariano Rivera suba al podio el domingo para ser oficialmente exaltado al Salón de la Fama del Béisbol será la culminación de un gloriosa carrera que inició en un pueblo pequeño costero en Panamá.
En su adolescencia lanzaba redes para pescar antes de dedicarse de lleno al béisbol, y aunque no parecía tener futuro en el deporte como campocorto, captó los ojos de un scout de los New York Yankees por su buen brazo.
A pesar de tener 20 años, una edad avanzada para un prospecto y no contar con una recta relampagueante (85-87 millas por horas) para los estándares de hoy día, los Yankees le otorgaron una bonificación de $3,000 por firmar en febrero del 1990.
Y el resto es historia.
El panameño tomará su lugar en el Nicho de los Inmortales junto al tercera base y bateador designado puertorriqueño Edgar Martínez, los lanzadores Mike Mussina y Roy Halladay, el cerrador Lee Smith y el jardinero y bateador designado Harold Baines.
Rivera (82-60) lo hará como el primero en ser exaltado de forma unánime con unas credenciales envidiables como líder de todos tiempos en partidos salvados con 652 y una efectividad de por vida de 2.21.Pero sus números de postemporada son aún más alucinantes: récord de 8-1, 42 salvados y 0.70 de promedio de carreras limpias permitidas en 96 apariciones. Por algo es que tiene cinco anillos de campeón de Serie Mundial con los Yankees.
“Yo quería estar en el montículo. Quería ser esa persona que hacía el último lanzamiento, lo deseaba. Me apasionaba eso y creo que en esas situaciones es que mis habilidades subían a otro nivel”, indicó el otrora cerrador durante una teleconferencia previo a la ceremonia de exaltación.
El formar parte del exclusivo y venerado club de leyendas del béisbol es el máximo honor para un pelotero, pero Rivera asegura que “representar a Panamá es el pináculo”.
“Viniendo de Panamá, un pequeño pueblo llamado Puerto Caimito, fue un privilegio representar a mis compatriotas en el más alto nivel del béisbol. Fue un honor representar a mi país y representarlo bien”.
Rivera es apenas el segundo istmeño en entrar al recinto sagrado del béisbol luego de la exaltación de Rod Carew, uno de los mejores bateadores de todos los tiempos, en el 1991.
Por eso, en este momento histórico, una gran parte del público estará arropado con la bandera de Panamá en Cooperstown, Nueva York, al igual que a miles de millas de distancia en el país centroamericano.
“Estoy seguro que habrán algunas banderas en Cooperstown y me sentiré orgulloso”, señaló Rivera. “No sé qué tan sentimental me voy a poner, pero definitivamente estaré orgulloso de que mi gente esatrá allí para me apoyarme y compartir ese momento como fue el caso durante toda mi carrera”.
“Panamá es un país pequeño, pero tenemos dos miembros del Salón de la Fama: Rod Carew, número 1 y Mariano Rivera, número 2. Eso es algo especial y como panameños, todos deberíamos sentirnos muy orgullosos”.
No hay dudas que Latinoamérica también se siente orgullosa. Bienvenido a tu nueva casa Mariano.