El lanzador cubano José Fernández era una promesa en el béisbol, pero una combinación peligrosa terminó con su vida pronto.
El talento en algún deporte muchas veces puede ayudar a una persona a destacarse y conseguir que muchos equipos se peleen por él, pero en ocasiones si la fama no se maneja bien, puede acabar en tragedia.
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Fernández, quien nació en Santa Clara, Cuba en julio de 1992, jugó en categorías infantiles al béisbol en Villa Clara y se formó en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar. A los 15 años, tras dos intentos fallidos, finalmente dejó la isla para seguir su sueño de ser pelotero y viajó junto con su madre a Estados Unidos.
Tiempo después, Fernández logrú su sueño de llegar a las Grandes Ligas y las cosas iban de maravilla con los Miami Marlins. En 2013 lo nombraron Novato del Año en la Liga Nacional y fue invitado a dos Juegos de Estrellas. Era uno de los mejores de la liga a sus 24 años, parecía que el joven cubano tenía todo para ser un histórico en el deporte.
La madrugada del 25 de septiembre del 2016 todo acabó para el lanzador que iba a bordo de su bote, junto con dos de sus amigos, Emilio Macías y Eduardo Rivero, en la zona de Goverment Cut de Miami a una velocidad muy alta, lo cual causó que chocara de una manera brutal ante un malecón de piedras.
El resultado fue la muerte para Fernández y sus dos acompañantes. Después, se determinó que el joven lanzador manejaba el bote al momento del choque y también se detectó en su sangre un elevado nivel de alcohol y cocaína. Luego trascendió que antes de aventurarse en la lancha, había estado en un bar con sus amigos.
La conmoción entre los equipos y los aficionados del béisbol fue enorme, nadie se esperaba que algo así pudiera suceder con un jugador que tenía todo un gran futuro por delante.
Fernández era capaz de hacer lanzamientos por encima de los 156 kilómetros por hora y realmente era muy versátil en su juego. Su brazo era considerado como uno de los mejores en la MLB. Por esa misma razón a sus 24 años era considerado toda una estrella, pero el exceso de una ciudad como Miami, combinado con su juventud, le jugaron mal y no supo tratar ambas.
En Miami también pegó feo la muerte de José, especialmente entre la comunidad cubana ya que era un ídolo. Desafortunadamente Fernández fue una victima más de la fatal combinación de las drogas y el volante. Sus seguidores, especialmente de los Marlins, se pueden quedar con el gran recuerdo que les dejó en vida, al ser uno de los mejores pitcher de los últimos años.