Con su peculiar estilo al lanzar y mirar al cielo, Fernando Valenzuela cautivó a las Grandes Ligas y desató la famosa “Fernandomanía” que todavía es recordado por el béisbol a pesar que han pasado cuatro décadas.
El llamado “Toro” Valenzuela, de Sonora, México, fue firmado por los Dodgers de Los Ángeles en julio del 1979, y un año después debutó a finales de campaña en las Mayores y dejó una grata impresión al conseguir marca de 2-0 y un rescate en 10 partidos.
Sin embargo, nada se hubiese imaginado lo que pasaría en el 1981 y las repercusiones que traería, al punto, que todavía es recordado y celebrado 40 años después. Hoy día cuando nos referimos a Valenzuela basta decir simplemente “Fernando” e inmediatamente te transportas a una inolvidable era que inició de forma inesperada y accidentada.
Jerry Reuss estaba supuesto a iniciar el Día Inaugural, pero el zurdo se lastimó una pierna el día antes y el manager de los Dodgers, Tom LaSorda, sorprendió al darle la apertura al novato mexicano de 20 años contra los Houston Astros.
Con un aplomo increíble y nervios de acero, Valenzuela respondió con una joya monticular al blanquear a los Astros por 2-0 al ceder apenas cinco hits y dos bases por bolas, y ahí fue que comenzó la “Fernandomanía”.
“Es un recuerdo que siempre tengo, de decir ‘Él (LaSorda) me dio esta oportunidad, tengo que aprovecharla’”, recordó Valenzuela en una entrevista con MLB.com.
En sus primeras ocho aperturas tuvo récord de 8-0, con siete juegos completos, incluyendo cinco blanqueadas y cedió apenas cuatro carreras limpias en 72 entradas, convirtiéndose en toda una celebridad en Los Ángeles, particularmente entre la población mexicana de la ciudad, además de acaparar los títulares del béisbol alrededor de la nación.
Todos hablaban del pitcher mexicano que parecía tener mucho más que 20 años y que cuando lanzaba miraba al cielo justo antes de soltar la pelota hacia el plato.
“Estaba emocionado“, recordó Valenzuela en el libro “Hermanos en Brazos: Koufax, Kershaw y la extraordinaria tradición de lanzadores de los Dodgers” escrito por Jon Weisman. “Fue bueno, pero difícil al mismo tiempo”.
“En el terreno, estaba bien. Fuera del terreno, después de los juegos, a veces la gente o los medios no entendían, querían la entrevista de inmediato, y yo tenía que trabajar, tenía que estar con el equipo. En ese tiempo, esa fue la parte difícil, pero cuando salía al campo, fue emocionante, porque sabía lo que tenía que hacer. Tenía mucha confianza en mi repertorio”.
Valenzuela terminó la temporada, que se vio paralizada entre el 12 de junio al 31 de julio debido a una huelga de jugadores, con marca de 13-7 y un promedio de carreras limpias de 2.48, y fue líder de ponches (180), juegos completos (11), blanqueadas (8) y entradas lanzadas (192.1). También tuvo récord de 3-1 en la postemporada que vio a los Dodgers coronarse como campeón de la Serie Mundial.
Su actuación fue tan espectacular que ganó el premio de Novato del Año y se convirtió en el único novato en obtener el premio Cy Young.
Un ‘antes y después’ de la “Fernandomanía”
La llegada del mexicano impulsó a los Dodgers en el terreno de juego, pero también fuera del diamante tuvo un impacto como recordó recientemente el actor mexicano Edward James Olmo durante un homenaje que se le hizo a Valenzuela con motivo al Mes de la Herencia Hispana.
Marcó un especie de “antes y después” en la relación que hasta 1980 estaba quebrada entre los mexicanos, latinos y la franquicia luego que la construcción del estadio, ubicada en el vecindario Chávez Ravine, a principios de los 60 generó muchos conflictos ya que cientos de personas de ascendencia mexicana y latinos fueron reubicados.
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“Si no fuera por ti, nada de eso hubiera pasado como ha sucedido aquí. Latinos tuvieron un momento muy difícil por causa de este estadio. Porque este estadio le quitó sus casas a varios latinos y mexicanos que estaban aquí en Chávez Ravine. El día que viniste y que lanzaste por primera vez aquí, desde ese momento, todo cambió, no solamente para los mexicanos, sino para todas las culturas. Este hombre reunió todas las religiones y todas las culturas. Muchas gracias, Fernando”, fueron las palabras de James Olmos.
Una gran carrera
Apoyados en su famoso lanzamiento de screwball o tirabuzón, Valenzuela consiguió 141 victorias con 116 derrotas en su carrera de 11 años con los Dodgers (1980-1990). Fue nombrado al Juego de Estrellas en seis ocasiones, ganó 20 juegos o más en una temporada (1986) y el 29 de junio del 1990 lanzó un no-hitter contra los St. Louis Cardinals, terminando la campaña con 13-13 y una efectividad de 4.59 en 33 aperturas.
La era de Valenzuela en Los Angeles llegó a su fin cuando el equipo lo dejó libre luego de un discreto entrenamiento primaveral en 1991. Ahí comenzó un periodo de inestabilidad en su carrera en las que pasó por seis organizaciones (California, Detroit -entrenamiento primaveral-, Baltimore, Philadelphia, San Diego, St. Louis) antes de terminar su carrera con marca de 173–153 y 3.54 de ERA.
Valenzuela, sin embargo, siempre es recordado con cariño y nostalgia por sus hazañas con los Dodgers y la “Fernandomanía”. Desde que terminó sus días con la organización ningún otro jugador ha vestido su número 34 por respeto al famoso “Toro” y sólo será cuestión de tiempo que la novena angelina decida retirar oficialmente el número que simboliza una era inolvidable en la historia de Los Ángeles y las Mayores dentro y fuera del terreno.
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“El hecho de que fuera mexicano y que fuera tan bueno y tan humilde en una carrera tan increíble fue inspirador”, dijo el comediante mexicoamericano George López durante una reciente entrevista con MLB.com.
“No nos dio una inyección en el brazo, nos dio una inyección en el corazón porque nos dio a alguien a quien amar para siempre. Especialmente en Los Ángeles, este tipo todavía nos inspira. Todavía mueve la aguja. Él cambió nuestras vidas”, agregó.